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Quique Setién, toque y paciencia de ajedrecista

Para Setién el juego alegre es innegociable, como el fútbol de la infancia: «No he visto a ningún niño que en el patio del colegio no quiera el balón». Una apuesta atractiva, pero poco común con la tradición, más aguerrida, de Mestalla

Quique Setién, toque y paciencia de ajedrecista

Quique Setién (Santander, 1958) cumple con esa máxima por la que los entrenadores se parecen a lo que representaron en su día como futbolistas. El técnico de Las Palmas, que tiene un principio de acuerdo con el Valencia, fue en los años 80 y 90 un mediocentro fino, de depurada técnica, que despuntó en el Racing y acabó jugando en el Atlético. Su talento, ya veterano, lo disfrutaron tambié los aficionados del Levante UD.

Su fútbol nació en los partiditos de la arena de la playa del Sardinero. Una vez retirado, sació su sed de fútbol, siempre en la arena, con siete años divirtiéndose con el fútbol playa. Y ya como técnico, su reconocimiento ha llegado bajo el sol y la arena de ese equipo de toque y singularidad tropical que es Las Palmas.

Si se consuma su incorporación, en Mestalla no se rifarán pelotazos. Esa convicción de Setién se ha acentuado con su pasión por el ajedrez, afición por la que ha tenido la oportunidad de conocer a que lo ha convertido en un estratega paciente. «En mi época extrañaba que se jugase al ajedrez. Pero a mí me permitía encontrar similitudes entre dos disciplinas donde es básico dominar el centro del tablero», aseguró a la revista Panenka.

Si no sale la jugada, se vuelve a empezar, pero siempre con el balón, siempre recordando que este deporte nació como un juego. Y que de alguna manera, nunca se deja de ser un niño: «No he visto a ningún niño en el patio del colegio que juegue al fútbol y no quiera el balón. Al 95 por ciento de los futbolistas les encanta el fútbol y, sin embargo, hay equipos que se pasan el tiempo corriendo detrás del rival. ¿Por qué no puedes tener tú el balón desde el principio?», reflexionaba esta semana, en un encuentro con la agencia Efe.

La apuesta del Valencia por Setién abre un debate interesante, sobre la conveniencia de un estilo, tan marcado e innegociable, en un club que ha vivido sus mejores épocas con defensas cerradas y colmillo al contragolpe. Pocos son los técnicos que han prosperado con una propuesta similar, de raíz cruyffista, contracultural con la tradición de Mestalla. Guus Hiddink y Ernesto Valverde serían dos ejemplos, aunque su fútbol estaba impregnado de más matices pragmáticos.

Menos fuerza arrastra la crítica de la veteranía de Setién en los banquillos. Como sucediera Unai Emery pero sobre todo con Rafa Benítez, el bagaje se resume en la presencia en equipos de perfil medio bajo y en divisiones inferiores. Antes de recalar en Las Palmas, Setién entrenó al Racing, Polideportivo Ejido, Logroñés y Lugo.

Su ideario futbolístico lo defiende con una marcada personalidad. El fuerte carácter es una de las características que aflora en la mentalidad de Setién. Una circunstancia que se ve apropiada para Mestalla. Primero para marcar a una plantilla que en los últimos años ha estado dispersa en actitud y necesitada de una mayor exigencia, y también para mostrar una mayor resistencia en las relaciones con la propiedad de Lim, que ha optado hasta el momento por entrenadores que han encajado en silencio las injerencias directivas en la planificación de la plantilla: «Si no estáis de acuerdo con esto es mejor que contratéis a otro, porque yo no voy a cambiar. No voy a modificar lo que siento para hacer algo que no me gusta».

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