La decadencia del Valencia tras dos temporadas en plena caída libre deportiva ha generado un desarraigo social en el entorno del club visible en los más de siete mil espectadores que han dejado de acudir a Mestalla en dos años encallados en la duodécima posición. Sin embargo, el club ha empezado a recuperar autoestima con dos estímulos poco frecuentes, los protagonizados por el Mestalla y el Valencia Femenino.

El filial y el equipo de mujeres, los tradicionales «hermanos pequeños» ensombrecidos por la abrumadora repercusión mediática y popular del primer equipo masculino, han reactivado con su notable temporada el orgullo del sentimiento de pertenencia de una afición que parecía desencantada.

Una buena prueba se comprobó el pasado sábado. El Mestalla, que debía defender un 2-1 favorable para acceder a la final de la promoción de ascenso a Segunda, movilizó a mil aficionados en su desplazamiento a la Nueva Condomina de Murcia. Es el mayor éxodo de seguidores que el Valencia, como club, ha provocado en toda la temporada, incluyendo todos los viajes del primer equipo a campos como el Bernabéu o el Camp Nou.

La decisiva irrupción de canteranos como Carlos Soler o Toni Lato en el primer equipo ha provocado también una mayor atención de los aficionados hacia las prestaciones del filial de Curro Torres, en el que despuntan futbolistas con un brillante futuro como Nacho Gil, Nacho Vidal, Sito o Sivera, entre otros. Un total de 17.000 espectadores acudieron a Mestalla en el partido contra el Murcia y se espera todavía una mayor afluencia el próximo sábado, en la ida de la final ante el Albacete.

En este mismo sentido, la excelente campaña del Valencia Femenino, tercer clasificado en la Liga y todavía vivo en la Copa de la Reina, en la que se mide al Barcelona este viernes, también ha enorgullecido a la masa social valencianista.

Para la historia quedaron los 17.000 espectadores que albergó el derbi contra el Levante UD del 23 de abril, que se convirtió en el sexto acontecimiento deportivo con mayor número de público aquel fin de semana en todo el Estado español. Las lágrimas de Marta Peiró, de 19 años y valencianista desde siempre, tras marcar el sexto gol, emocionaron a toda la hinchada.

En una época de poca raigambre, en el que por el primer equipo han pasado más de medio centenar de jugadores en los tres años de proyecto de Peter Lim, la explosión de calidad del filial y el Femenino ha sido una suerte de reconciliación para los hinchas, por los intangibles de ver a gente de la casa cuya máxima aspiración es militar y triunfar en el Valencia.