Las paradas de Neto Murara (Rio Negrinha, Brasil, 1989) se están trasformando en puntos para el Valencia, que es tercero y continúa invicto, entre otras razones, por las actuaciones del portero brasileño, que ha completado una velocísima adaptación al club de Mestalla. En las siete primeras jornadas de Liga, el exguardameta de la Juventus ha demostrado estar dotado de rapidez en los reflejos, autoridad en el juego aéreo y buena técnica con los pies.

Sin embargo, Neto ha destacado en otra virtud, también recobrada por el equipo de Mestalla, como es la comunicación constante con sus compañeros. A pesar de ser su primera temporada en la Liga, el portero aterrizó en la primera semana de julio en València con una comprensión y dominio del castellano notables, aprendidos de las largas charlas en su etapa en la Fiorentina, entre 2011 y 2015, donde trabó una gran amistad con la colonia española y uruguaya de aquel vestuario: Borja Valero, Gonzalo Rodríguez y, sobre todo, Joaquín, uno de los que más le animó a aceptar la oferta del Valencia.

En una entrevista el pasado 10 de julio en Levante-EMV, Neto explicaba la importancia que daba a la comunicación en el césped: «Necesito que mis aficionados y mis compañeros sientan que hay un portero que les protege. Que les habla, que les ayuda, que les posiciona».

La «energía» de Mestalla

Hay otra razón, extrafutbolística, que explica el buen aterrizaje de Neto en el Valencia. Es la ambición por querer estar en el equipo, una circunstancia que comparten varios de los fichajes que han llegado este verano. Jugadores que han preferido salir de grandes instituciones como el Arsenal (Gabriel), Inter (Kondogbia y Murillo), o Juventus en el caso de Neto, donde no desempeñaban un rol decisivo, para aceptar el riesgo de un proyecto nuevo, como el del Valencia, que les haga sentirse de nuevo importantes.

Una voluntad que Neto define como «energía». La energía le hizo huir de la confortable sombra de Buffon para jugar en Mestalla, un estadio que le atraía especialmente cuando veía desde Italia los partidos televisados del Valencia: «Se veía siempre mucha pasión de la gente. Siempre pensaba lo bonito que sería jugar alguna vez en ese campo como local», recordaba Neto en la citada entrevista.

Exquisito y muy educado en el trato, el perfil caracterial de Neto escapa al temperamento, más expansivo, que representaba su antecesor en la portería, Diego Alves. El fútbol siempre se respiró en casa de Neto. Criado en Rio Negrinha, una pequeña localidad sureña con una fuerte influencia europea de inmigrantes italianos, españoles y alemanes. Su padre fue también guardameta y a Neto le atraían las manoplas y la vestimenta que se enfundaba, distinta a la del resto de jugadores. Betao, que era su nombre de guerra futbolístico, llegó a jugar en el Botafogo, pero con una carrera labrada en clubes humildes como el Araxa Esporte Clube, con el que ganó el campeonato Mineiro de segunda división de 1990.

Un hito relativamente menor, pero que enseñó al pequeño Norberto una lección, que a menudo se olvida en el fútbol: la grandeza de sentirse importante en un club, con independencia de su categoría.