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Morir con las botas puestas

Morir con las botas puestas

Fui de los que celebró el fichaje de Marcelino García Toral. Sigo pensando que ha sido el mayor acierto de Mateu Alemany como director general. El Valencia venía de dos años oscuros, flirteos con la zona de descenso incluidos y, lo que es peor, se había instalado en una gestión deportiva acéfala, sin hoja de ruta. Una puñetera ruina. Los 49 puntos que lleva el equipo sin haber entrado todavía en marzo y su notable participación en la Copa del Rey evidencian que la contratación del técnico asturiano fue un acierto. El equipo ha perdido la brillantez de la primera vuelta, pero sigue ganando partidos aferrado a un modelo, a un estilo propio. Porque -y en esto también es Marcelino el principal responsable- puede gustar más o menos, pero hablamos de un grupo de jugadores que salen al campo con un plan definido, con las ideas claras. Líneas juntas, orden innegociable, mucho contragolpe y escasa posesión. Ya habrá tiempo de ponernos en plan purista. Esta temporada se trata de acabar entre los cuatro primeros y regresar a la Champions. Y en eso el cuerpo técnico está cumpliendo con creces.

Ahora bien, reconocer la buena trayectoria del primer equipo no es sinónimo de pegar la cabotà a todo lo que tenga que ver con su entrenador. Y en lo concerniente a la contratación de jugadores Meriton lo sigue fiando todo a la M. La M de Marcelino y sus agentes/colaboradores externos, ahora internos en algún caso. Digan lo que digan. Ya pueden anegar las ruedas de prensa de medias verdades, verdades a medias o crear deprisa y corriendo nuevas figuras en el organigrama deportivo. Los últimos gestores que han ocupado la poltrona en Mestalla olvidan con asiduidad que, por encima de la figura del técnico -al que acostumbran a dotar de poderes plenipotenciarios-, siempre debe estar el club. Ha desaparecido por completo la figura del director deportivo fuerte que en su día encarnaban profesionales trascendentes en la historia de la sociedad como Javier Subirats (responsable de fichajes como Rafa Benítez, Cañizares, Ayala, Baraja, Aimar o Villa). ¿Qué pasará si un día Marcelino tiene que ser cesado? ¿Qué sentido tiene firmarle 4 años de contrato a un director de Área Técnica que llega por petición expresa de un entrenador que muy probablemente salga antes de esos 4 años?

Tiene todo el sentido del mundo, y resulta hasta aconsejable, que el entrenador opine en todas las incorporaciones que vaya a realizar el Valencia. Es lógico que, tras diagnósticos erróneos como la última lesión de Carlos Soler, el club cambie el protocolo médico. Pero vuelve a ser un riesgo innecesario depositar todas las manzanas del futuro en la misma cesta. Si se nos cae la cesta -Meriton ha cambiado de entrenador en ocho ocasiones-, vuelta a empezar de cero. Una lección que seguro conoce Mateu Alemany y a la que está volviendo la espalda a sabiendas. No será que no lo hemos escrito veces.

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