Las recalificaciones de los campos de fútbol vía convenio urbanístico se han convertido, o al menos lo han intentado, en tabla de salvación del Valencia CF y del Levante UD, aunque no ha sido un fenómeno aislado de Valencia. Barcelona, con el viejo estadio de Les Corts, y el Real Madrid de Florentino Pérez también lo han hecho.

Con la presión que suponen cientos de miles de aficionados valencianos al deporte rey, el Ayuntamiento de Valencia, gobernado por el PP desde hace más de dos décadas, no ha podido o no ha sabido negarse a acudir al rescate de los siempre económicamente asfixiados clubes deportivos. Y lo ha hecho echando mano del ladrillo y la recalificación de suelos, precisamente, el modelo que tantas críticas ha reportado a la Comunitat Valenciana.

En Valencia, la voz de la afición ha pesado más que las críticas de los vecinos molestos por la pérdida de suelo público —la parcela de Corts Valenciana estaba destinada a equipamientos deportivos para el barrio de Benicalap— y de los grupos de la oposición contra los convenios tachados, en el caso del Valencia, de «pelotazo».

La deuda de los clubes, sin embargo, es un pozo sin fondo que ya no remedian ni las recalificaciones. En el caso del Valencia, del proyecto inicial de Juan Soler de urbanizar los terrenos del viejo campo de Mestalla en la avenida de Aragón y financiar con los beneficios —entre 200 y 500 millones de euros— el nuevo campo de Corts Valencianes —presupuestado inicialmente en 150 millones— no ha salido adelante.

Rescate económico

El club, lastrado por una deuda de 368 millones de euros, ha tenido que llegar a un acuerdo con Bankia —nacionalizado por el Gobierno— para que le «condone» la deuda a cambio de cederle los derechos edificatorios del PAI de Mestalla.

El nuevo campo se tendrá que financiar con un nuevo crédito y, por tanto con más deuda. Ni la cesión a cambio de un conjunto de parcelas dispersas por toda la ciudad y una cantidad en metálico (17 millones) de, ahora más que nunca, difícil cobro han ayudado a sanear las cuentas del club.

El Ayuntamiento de Valencia parece que no ha querido caer en el agravio comparativo y este lunes aprobará inicialmente la modificación del Plan General de Ordenación Urbana que contempla la recalificación del estadio de Orriols que pasa de uso deportivo a residencial asignándole una edificabilidad de 64.000 m2, el doble de la que asignó a la manzana hace unos años y que ya propició la construcción de un centro comercial abrazado el estadio.La recalificación, que ha recibido las bendiciones de la oposición, no es ejecutable de forma inmediata. Es, más bien, un cheque en blanco en espera de que mejore el panorama en el sector de la construcción. De nuevo, un futuro fiado al ladrillo.