La figura y obra de san Vicente Ferrer hace replantear la fecha de la fundación de la Universitat de València, que oficialmente está fijada en el 30 de abril de 1499, día en que se tiene como aprobadas sus Constituciones, las cuales más tarde, adquirirían carta de naturaleza jurídica al ser aprobadas por bula pontificia del valenciano Papa Alejandro VI en el año 1501 y por Privilegio Real de Fernando II, en 1502.

No obstante, hay que buscar el origen de la actual Universitat de València cerca de un centenar de años antes, cuando san Vicente Ferrer impulsó, promocionó y logró que se creara el Studi General, en el año 1410, con el fin de impartir en él ciencias, letras y cánones, materias de los ámbitos civil y eclesiástico, siendo, para lo que además fue mentor, y algunos defienden que redactor, de sus Estatutos.

Curiosamente, la actual UV ha recuperado orgullosa el nombre originario que le diera san Vicente Ferrer, Studi General, pero no la fecha en que la fundó el santo dominico, que sigue fijando en casi un siglo después, lo cual es una extraña contradicción.

San Vicente, dotado de una inteligencia natural preclara, había adquirido en su período de formación grandes conocimientos filosóficos y teológicos. Además, aprendió y dominaba con fluidez varias lenguas clásicas y orientales. El hebreo lo escribía y hablaba a la perfección. El árabe lo dominaba. Vivía en una sociedad donde coexistían cristianos, musulmanes y judíos, y a todos se dirigía.

De alumno a profesor

De alumno aventajado, pasó pronto a profesor. Entre sus actividades docentes, fue Lector y Catedrático de Teología en la Catedral de Valencia entre 1385 y 1390. Escribió diversos tratados filosóficos en la línea aristotélica-tomista y de otros teológicos, entre ellos uno sobre el Cisma de Occidente, que en gran manera él ayudó a resolver.

Sus clases, como sus sermones, abundaban en citas bíblicas, de las que hacía profundas exégesis. En el centro del discurso teológico recordaba reiteradamente su frase que aparece en las filacterías de las iconografías vicentinas: Timete Deum et date illi honorem. Consejo o mensaje que no hay que entenderlo como coactivo, ni amenazador, siendo su significado venerad, reverenciad, a Dios.

La creación del Studi General fue una obra conjunta con el Consell de la Ciutat, que materializó y patrocinó económicamente la idea del santo. Surgió pronto el debate de quién debía dirigir la institución y zanjó el problema el santo dominico argumentando que el cometido de instruir a las personas y sus almas correspondía a la Iglesia, en razón por la cual correspondía al Obispo y al Cabildo de la Catedral la rectoría.

La aprobación de los Estatutos o Capitols del Studi General se hizo por el Consell de la Ciutat el 5 de febrero de 1412. De tal manera estaba bajo el régimen eclesiástico la Universitat que su alumnado, hasta bien entrado el siglo XVIII, vestía uniformidad similar a los trajes talares o clericales y los rectores solían ser canónigos de la Catedral. En 1720, el canónigo Pichó ordenó vestir sotana, manteo y sombrero de clérigo.