La postal más vendida de Valencia, la Ciutat de les Arts i les Ciències (Cacsa), pierde en las distancias cortas. Una cuidadosa observación del mastodóntico complejo, que costó la friolera de 1.285 millones de euros, revela lagos con agua estancada, barandillas oxidadas o regueros de suciedad que caen desde las alturas del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe o del Palau de les Arts Reina Sofía. El «zoom» a esa postal desvela una Cacsa con importantes desperfectos, que atienden 25 personas con el actual contrato de mantenimiento. La Generalitat, por cierto, está a punto de firmar un nuevo contrato por valor de menos de un millón de euros y que empleará a seis personas más de las que trabajan ahora en Cacsa.

Esta misma semana, sin ir más lejos, las pruebas de selección para extras en la película «Tomorrowland», que protagonizarán George Clooney y Hugh Laurie, han atraído a miles de personas a Cacsa. Justo estos días han sido los elegidos para limpiar los estanques, muchos de ellos, como el del Ágora, con agua estancada y suciedad flotando en ella. Los mosaicos que rodean las piletas, sobre todo las turquesas situadas junto al Príncipe Felipe, están sucios y en algunos casos golpeados y rotos.

No son los únicos desperfectos. Hay otros puntos, con mosaicos blancos, en los que estos han desaparecido por completo, dejando una oscura cicatriz en la cara blanca de Cacsa. Otras zonas que habrían de lucir prístinas presentan suciedad, regueros de óxido o importantes desconchones, como marcas de viejas lesiones. Es el caso, principalmente, de los bajos del Umbracle o de los «huesos» futuristas del Príncipe Felipe.

Por la parte trasera del enorme edificio, la que tiende a la avenida de Francia, se extienden los jardines de Cacsa, muy visitados por los vecinos de la zona que acuden a ellos a hacer deporte o pasear a sus perros. Incluso aquí, en una zona muy frecuentada ya no por turistas „que también„ sino por vecinos del Grau, se ven desperfectos en las instalaciones. Además de agua estancada „queja que se repite por quienes frecuentan la parte trasera del Oceanogràfic, donde también hay un arroyo con agua que, aseguran, no se mueve„, las quejas llegan hasta las barandillas blancas, que languidecen cubiertas de óxido.

Pero el punto más abandonado, al menos aparentemente, es el Ágora. El último edificio en inaugurarse de todo el complejo, que abrió sus puertas en 2009, tiene una altura de 80 metros y ocupa una superficie elíptica de 5.000 metros cuadrados. Y no tiene uso conocido. La inmensa plaza cubierta únicamente se abre para albergar el Open de Tenis, y mientras, está prácticamente abandonado. Además de las obras de las dos alas que debían abrirse y cerrarse a voluntad y que están paralizadas desde 2011 por falta de presupuesto, el Ágora presenta desperfectos en sus mosaicos, las piezas situadas en lo alto están oxidadas tras años expuestas a las inclemencias del tiempo y, tal como pudo comprobar este diario esta misma semana, las luces del interior de la enorme plaza cubierta que ideó Santiago Calatrava permanecen encendidas durante el día.

25 personas para dos kilómetros

Para hacer frente a los desperfectos en un complejo de más de dos kilómetros de largo y más de 20.000 metros cuadrados, la Generalitat ha subrogado el contrato de mantenimiento a la empresa Sociedad de Agricultores de la Vega, que también se encarga de la zona sur „y del centro, por tanto„ de la ciudad. El contrato que está vigente tiene un valor de unos 1,2 millones de euros, y emplea a 25 personas. Sin embargo, la Generalitat, en el pliego de condiciones del nuevo contrato, que se renueva anualmente y que está en fase de licitación, ha estipulado que la plantilla mínima tiene que ser de 31 personas, seis más de las que actualmente se hacen cargo del Umbracle, l´Hemisféric, el Museo de las Ciencias, el Palau de les Arts y el Ágora.

Además, según fuentes conocedoras de la situación, se espera que el contrato, que ha salido a licitación por poco más de 1,1 millones de euros, termine por debajo del millón de euros, lo que supondría un ahorro de unos 200.000 euros con respecto al mismo contrato del año pasado. Cabe recordar que el Consell está inmerso en la privatización de Cacsa, que no es rentable, y ya ejecutó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que terminó con 141 trabajadores (casi la mitad de la plantilla) en la calle. Lo que aún no está claro es qué pasará con el contrato de mantenimiento una vez se decida qué empresas se hacen cargo de la gestión del complejo „hasta ahora han mostrado interés claro por el contrato los actuales gestores del Oceanogràfic, Parques Reunidos, y los del Bioparc, Rain Forest Valencia, así como una compañía de ocio americana y otra de capital británico„. La primera intención de la Generalitat era dejar este capítulo en cuestión fuera de la externalización de la Ciutat de les Arts, pero el Consell lo repensó y baraja incluir el mantenimiento en el paquete de privatización de Cacsa, según ha contado este diario en varias ocasiones, que se resolverá en los próximos meses.