Gante es una bellísima ciudad de la región belga de Flandes cuyo centro histórico tiene una superficie equivalente a 35 campos de fútbol y es exclusivo para peatones, ciclistas y transporte público. Con tan sólo un cuarto de millón de habitantes, esta ciudad flamenca cuenta con una agencia de movilidad (donde trabajan más de 100 personas) que recauda los ingresos generados por el aparcamiento para financiar la construcción de carriles bici, el ensanchamiento de las aceras o una mejor frecuencia del transporte público. Y es que en Gante, todo el aparcamiento en superficie se paga, y lo más sorprendente es que tan sólo los residentes de la ciudad lo pueden utilizar; si no estás empadronado estás obligado a aparcar en párquines subterráneos. En Valencia, con tres cuartos de millón de personas, restringimos el uso del vehículo privado en unas pocas calles de Ciutat Vella, tenemos un montón de ingenieros de tráfico para que los coches circulen con la mayor fluidez posible por nuestras múltiples autovías urbanas, y dejamos que los coches aparquen gratis en los carriles, otrora exclusivos, para la EMT y taxi.

Gante, como Valencia, se caracteriza por poseer un centro histórico con infinidad de monumentos y edificios de gran valor artístico. La diferencia entre las dos ciudades es que se llevan 25 años en el campo de la planificación de la movilidad. Valencia redactó y «archivó» en diciembre del pasado año su primer plan de movilidad urbana sostenible. Gante en 1987 redactó su primer plan para restringir la circulación en el centro y desde entonces lleva redactados, aplicados, evaluados y participados por sus vecinas y vecinos dos planes de movilidad, que han implicado que una prestigiosa revista como es la National Geographic Traveler galardonara a Gante y no a Valencia con el tercer puesto de destino más auténtico del planeta en 2008. Es decir, ni turismo, ni hostelería ni la actividad local se resientes, todo lo contrario. Vamos que debieran ser un rival «fácil» en materia futbolística, pero nos ganan por goleada en movilidad.

El objetivo último del planeamiento de la movilidad sostenible es mejorar la calidad de vida de las personas en las ciudades. Esto se consigue diseñándolas primero para los peatones, para las bicicletas después, para el transporte público en tercer lugar y sólo al final para los vehículos privados a motor. Este nuevo paradigma, que ya es una realidad en Gante, puede serlo en Valencia tras el compromiso adquirido por el nuevo equipo de gobierno autonómico y local, puesto de manifiesto estos días, coincidiendo con la Semana Europea de la Movilidad y por todas las actividades previstas por el consistorio y asociaciones cívicas de la ciudad; y que además ha tenido un tratamiento especial con la Jornada Técnica organizada por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en la Comunidad Valenciana debatiendo, días atrás, propuestas tendentes a armonizar una Movilidad Urbana Sostenible que realmente cumpliese con ambos conceptos (movilidad y sostenibilidad) con todo el rigor que ello conlleva. Y no nos equivoquemos, si el protagonista en la ciudad es el peatón y el transporte público garantiza una movilidad eficiente y eficaz, ganamos todos.