La festividad de San Nicolás fue ayer muy especial en la iglesia del mismo nombre. Porque, aunque aún con andamiajes, ya se disfrutaba de la espectacularidad de los frescos restaurados por la Fundación Hortensia Herrero. Una jornada de fiesta infantil se completaba con las misas. Y a las once de la mañana, «Colau», «Sant Pere», «Sant Vicent», «Sant Miquel» y «María del Rosario» lanzaron sus voces a la ciudad. Pero no con los pequeños motores que, con precisión, lo hacen desde 1972. Ayer fue un grupo de jóvenes campaneros de la Catedral quienes incorporaron cuerdas para dar vida y personalidad. Joan Alepuz, Pau Martínez, Pau Sarrió, Toni Ruiz y Eliseo Martínez se afanaron por recuperar el «toque de coro» en el viejo y espectacular campanario, al que se llega a través de una imposible escalera de caracol.

De las campanas de San Nicolás, sólo una es centenaria, el «Vicent». «Fue la única que se salvó en la Guerra Civil. Como todas las demás, la echaron abajo, pero no sufrió desperfectos» explica Joan Alepuz. «Pero es emocionante oírla igual que lo hacía ante nuestros antepasados. Es 'música' barroca. Las otras campanas son modernas. Bueno, están hechas con lo había en la postguerra, mucho de él reciclando material bélico. Lo importante es recuperar esta actividad». El deseo de los jóvenes campaneros es «que no se quede en un toque ocasional y poder hacerlo con cierta frecuencia. Es verdad que, para hacerlo con asiduidad, habría que acondicionar el campanario. Antes había una tarima que permitía voltear. Ahora quedamos muy abajo, pero lo hemos conseguido. Se debería poner una verja quitamiedos y hacerlo más accesible, pero lo importante es que el propio párroco nos ha dado todas las facilidades».

A pesar de ello, los jóvenes campaneros no dudaron en jugarse el tipo para montar y desmontar las cuerdas. Luego, el sonido transportó en el tiempo.