La nueva versión del plan de acción estratégica de la huerta presentada por la Conselleria de Vertebración del Territorio blindará con grado uno y dos la mayor parte de la huerta que la revisión del PGOU, impulsada por el anterior gobierno de Rita Barberá, reclasificaba para uso residencial. El nuevo gobierno del tripartito en Valencia anuló la citada revisión renunciando así a la expansión de la ciudad a costa de su huerta. Una renuncia que ahora se consumará en el PAT y la ley de l'Horta que la conselleria tiene previsto aprobar en el horizonte de un año.

El nuevo plan de la huerta, que afecta a más de 40 municipios y que protege 10.000 hectáreas de huerta (1.500 más que el anterior), otorga tres grados de protección a la huerta. En el caso de Valencia, se salvan de ser urbanizados para viviendas y zonas industriales la huerta al oeste de Campanar, la de Tavernes, Benimámet, Vera-Alboraia, el entorno de la Torre, Faitanar y Castellar. Todos estos sectores serán protegidos con grados dos y uno. El máximo nivel lo tendrán la huerta de Campanar, Alboraia y la que rodea a las pedanías de Poble Nou, Benifaraig y Carpesa „que conforman el denominado Arco de Moncada„ . Esta última está considerada la más «auténtica y genuina» en opinión de los expertos. En ella no se permitirán, salvo excepciones y vía actuaciones aisladas, nuevas construcciones. Esta zona de huerta conserva el parcelario tradicional y no se permitirán instalaciones que puedan desvirtuarlo como invernaderos, será una especie de reserva agrícola.

En el grado de protección dos, que presenta mayor nivel de transformación que el uno, no se permitirán tampoco nuevas construcciones salvo las relacionadas con el uso agrícola y rural. En el grado tres de huerta tampoco se podrá construir aunque sí es más flexible en las instalaciones y usos agrícolas, permitiendo por ejemplo el riego localizado, algo que estará prohibido en las zonas de huerta de grado uno, donde se tendrá que utilizar el sistema tradicional de riego «a manta».

Agricultura periférica

El PAT incluirá una nueva figura de gestión, que ya se está aplicando en países como EEUU, para la huerta más degradada, que se calificará como suelo agrícola «común» y que se convertirán en sectores de «edificabilidad baja» donde se podrán construir viviendas. La edificabilidad en estos sectores se tendrá que concentrar „con volumetrías y alturas graduales„ en un tercio del suelo, el más próximo al núcleo urbano, manteniendo y regenerando la huerta existente en los dos tercios restantes. El PAT obliga y vincula a los promotores y propietarios urbanistas a regenerar y mantener estas zonas de huerta periurbana, que harán además de conexión entre la ciudad y la huerta en producción. En el caso de Valencia, esta figura se aplicará en el denominado «triángulo de oro», una bolsa de suelo agrícola sin uso y objeto de la especulación urbanística, ubicado entre la Punta y Natzaret y a espaldas de la Ciudad de las Ciencias. Esta pastilla de huerta «degradada», que en la revisión del PGOU pasaba a ser urbanizable de uso residencial, sera grafiado ahora como suelo agrícola «común».