No hace mucho tiempo el colegio Cervantes, en Guillem de Castro, era un referente de la educación pública en Valencia, pero con el paso de los años se ha producido «un progresivo deterioro» tanto de las instalaciones como de los medios con los que se atiende al alumnado, critican madres y padres de la centenaria institución académica.

Tras sufrir los recortes del anterior ejecutivo del Partido Popular (denunciados con varias acciones del AMPA), las madres y padres lamentan que el nuevo gobierno progresista no está dando los pasos para revertir la situación, al menos con cierta diligencia. Ponen como ejemplo la necesidad de remodelar el comedor que atiende al 90 por ciento del alumnado, de 23 nacionalidades. Conselleria se ha comprometido a licitar las obras de mejora, pero la orden no llega y los padres temen que su retraso hipoteque y acabe por desbordar al centro el próximo curso. Desde Educación responden que se están «estudiando» varias propuestas para mejorar el comedor «que puedan ser compatibles con las características del edificio y el espacio de que dispone».

«Sabemos que hay consignación presupuestaria, pero si no licitan el comedor ya, vamos a tener un problema grave el próximo curso. Ahora mismo es una incógnita. Si tuviéramos la certeza de que harán las obras se volvería a hacer un esfuerzo, pero si no se pone en marcha el plan se corre el riesgo de no poder atender a los niños», explica Fernando Garrido, presidente del AMPA del Cervantes. De los 600 alumnos, nada menos que 540 se quedan al comedor. La capacidad prevista es para 250 pequeños, por lo que deben hacer turnos para poder dar de comer a todos.

El centro, diseñado para dos líneas pero que desde hace años funciona con tres, sufre «un colapso» en muchas de sus instalaciones, explica Garrido. Baños y aulas están ya desfasados, pero el principal problema se localiza en el comedor. El AMPA ha trasladado a Conselleria la necesidad de mejorar las infraestructuras, al tiempo que al Ayuntamiento de Valencia le ha pedido un compromiso para arreglar el patio y la zona de juegos infantiles. «Nos dijeron que lo solucionarían, pero estamos esperando. El patio es muy resbaladizo y se producen a menudo accidentes, al igual que en la zona de juegos infantiles», señala el presidente de las madres y padres.

Precisamente, a finales de enero un niño de infantil sufrió una caída en el tobogán y tras ser trasladado a un centro médico se le diagnosticó fractura craneal. Su madre, Tana Capó, no denunció porque «confió» en que el centro y Conselleria tomarían medidas para solucionar las deficiencias del parque, pero lamenta que no han hecho nada. «El suelo de caucho está reseco y en mal estado, mientras que el perímetro de seguridad es claramente insuficiente. El ayuntamiento se comprometió a reparar el suelo y Conselleria a aumentar el perímetro, pero no han hecho absolutamente nada. Es inadmisible», explica.

También sigue pendiente que se instale el falso techo del segundo piso del edificio, que se desprendió hace dos años y obligó a ir a los niños con casco al colegio. «Se reparó de urgencia una parte, pero el segundo piso sigue sin solución», detalla Fernando Garrido. Otro de los problemas añadidos es la ubicación y orientación del centro escolar, donde la temperatura que soportan los alumnos puede alcanzar los 40 grados. «Presentamos un proyecto para poner toldos, pero la Conselleria anterior lo rechazó sin darnos soluciones», explica el presidente del AMPA, que añade que muchos de los aires acondicionados son viejos «y no funcionan».

Falta de medios humanos

El AMPA del colegio Cervantes también denuncia el «deterioro» de los medios de que dispone el centro. Una veintena de niños proceden de un programa de atención especial porque provienen de familias desestructuradas, pero la asociación de madres y padres asegura que no reciben el apoyo necesario. «También hay muchos profesores interinos que repercuten en las tutorías, y cuando hay bajas muchas veces no se cubren», explica Garrido.

Servicios desbordados

Cuestionado sobre qué queda del Cervantes como referente de la educación pública, Fernando Garrido asegura que mucho, aunque debe frenar su deterioro. «Es un colegio muy dinámico, un referente por la implicación de madres y padres, que trabaja codo con codo con la dirección del centro. Se dan clases de robótica, italiano o yoga que están funcionando muy bien. Pero necesitamos más atención», reclama.

Tana Capó, la madre del niño herido, también coincide en el diagnóstico y pide al actual gobierno que rompa con las políticas del pasado: «El deterioro está siendo grave y el gobierno actual no parece detener este proceso. La dirección del centro tampoco comunica su trabajo y tienen que hacer saber cómo está la situación».

Otros padres han denunciado a este periódico que servicios como el que presta la psicóloga están completamente desbordados porque atiende a varios centros. El otro gran problema, señalan, es la «fuga» de profesorado, que ante la falta de recursos y el aumento de los problemas, ha decidido pedir el traslado a otras escuelas.