La Delegación de Gobierno en la Comunitat Valenciana autorizó el viernes que las 19 cámaras instaladas en el Jardín del Turia puedan grabar este espacio público con el objetivo de ampliar la vigilancia. Como publicó en exclusiva este diario, se trata de 8 cámaras domotizadas, otras 4 lectoras de matrículas y 7 no domotizadas, que se han repartido a lo largo del antiguo cauce del río, a las que se suman cuatro postes de comunicación SOS.

Tras siete años de trámites se da luz verde a este proyecto del Ayuntamiento de Valencia. La pregunta que surge es si los vecinos están dispuestos a ser grabados, si se sienten violentados por esta videovigilancia. La respuesta mayoritaria que recogió ayer este diario entre los usuarios del Jardín es que aprueban la medida, si bien consideran que no sería necesaria ampliarla a otras zonas de la ciudad. Sin embargo, también hay quienes piensan que no va a mejorar la seguridad con este tipo de acciones.

Seguridad y vandalismo

Blanca Escrig, que suele acudir los fines de semana a andar comentaba: «para mí prima la seguridad por encima de la intimidad. No me siento vigilada. Sería un poco paranoico expandirlo a otras zonas de la ciudad, porque es una ciudad en la que no hace falta. Es segura».

Por su parte, Carmen Peris señalaba que esta iniciativa le proporciona «más seguridad». «Quizá así la gente también se corte más... eso sí, en calles por ejemplo pequeñas sería más molesto».

Florencio Moril, quien acude a correr al cauce varias veces a la semana, explicaba que «por la noche hay muchos puntos con poca luz y es fácil que alguien intente algo. Está bien para disuadir el vandalismo, porque lo rompen todo cuando es algo que pagamos todos». «No me gusta el modelo del Gran Hermano, pero hay que llegar a un punto intermedio», sentenciaba.

En cambio, Álvaro, vecino del barrio, argumentaba que «no vamos a estar más seguros, aunque tampoco me molesta. Lo que han de hacer es mejorar la iluminación y la vigilancia».

En contra se mostraba Álex, quien explicaba: «me parece mal pero lo van a acabar poniendo sí o sí. Lo que pasa es que para qué queremos más vigilancia si luego los sueltan a los cuatro días a la calle».

«No toca esto de las cámaras, al final las hay en todos los sitios. A mí no me va a suponer ningún problema pero a algunos les puede molestar. Es un paso atrás en la intimidad y no soluciona especialmente el asunto», argumentaba Guillermo mientras paseaba.