Joan Ribó aboga por una alimentación «más saludable, inclusiva y sostenible». El alcalde de València volvió a intervenir ayer en la Sesión del Consejo de la FAO celebrada en Roma, donde recordó que en el mundo «hay 800 millones de personas que pasan hambre mientras otros 2.000 millones tienen problemas de sobrepeso». La radiografía de Ribó al respecto es clara: «No faltan alimentos; hace falta una distribución justa». Además, incidió en su idea de que la alimentación es algo «demasiado importante como para dejarla en manos de los mercados globales». De ahí que defienda la necesidad de intensificar la agricultura urbana y periurbana como fuente de alimentación, un mayor papel de la huerta y la apuesta por la producción ecológica.

Ribó aprovechó para invitar a los alcaldes de las grandes ciudades del mundo a participar en el encuentro de alcaldes que València acogerá los día 20 y 21 de octubre en su condición de Capital Mundial de la Alimentación. Ribó intervino como ponente en el evento «Sistemas Alimentarios sostenibles en la Nueva Agenda Urbana». Allí recordó el compromiso de las más de cien ciudades que como Valencia firmaron el Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán para «desarrollar en las ciudades de todo el mundo sistemas alimentarios que sean sostenibles, inclusivos, resilientes, seguros y diversificados, así como asegurar comida sana y accesible a todos, reducir los desperdicios de alimentos, preservar la biodiversidad y mitigar los efectos del cambio climático».

«Creo que las ciudades del mundo cada vez somos más determinantes en todos los procesos. Dentro de pocos años las dos terceras partes de los ciudadanos van a vivir en grandes ciudades, y por lo tanto el cómo gestionemos la alimentación en las grandes ciudades va a ser determinante. Es imprescindible ponerse a pensar en clave de una alimentación adecuada gestionada, y no dejarla en manos de los mercados globales. La alimentación es demasiado importante para dejarla en manos de los mercados globales», afirmaba.

Ante el reto de crecimiento de la población urbana, que ya supone el 54% de la población mundial, y que se prevé que en 2050 este porcentaje alcance el 66%», el alcalde de València se refería a «la necesidad imperiosa y urgente» de «buscar soluciones para alimentar de forma adecuada a esta mayoría de la población mundial». En este sentido recordaba los argumentos que avalan la intensificación de la agricultura urbana y periurbana como una fuente de alimentación «que puede ofrecer todo un abanico de ventajas para la salud y las relaciones humanas en las ciudades».

Ribó explicaba en Roma que desde la llegada del nuevo gobierno municipal, «el Ayuntamiento de Valencia se encuentra inmerso en un proceso de cambio de sus políticas agrarias y alimentarias respecto a su huerta periurbana, con el objetivo de poner fin al proceso de destrucción y degradación mediante nuevas políticas basadas en la producción sostenible de alimentos, mayoritariamente de carácter ecológico, y en su posterior distribución y comercialización en la ciudad mediante mecanismos de mercados locales, kilómetro cero, mercados de productores, además de la producción ecológica».

«Valencia propone algo que ha hecho siempre a lo largo de su historia: comer fundamentalmente lo que se produce en toda la huerta periurbana que tiene; trabajar los temas de alimentación desde una producción ecológica, de proximidad y sostenible, de forma que toda la producción, distribución y comercialización de alimentos no genere grande desperdicios ni aumente la emisión de gases de efecto invernadero», señalaba, además de resaltar la importancia de que la relación entre el productor y el consumidor sea lo más próxima posible.

«València cuenta con una importante experiencia de mercado directo de productores de verduras procedentes de la huerta, denominada "tira de contar", que aporta un porcentaje significativo de las verduras vendidas diariamente en el mercado de abastos municipal y que puede servir de base para su ampliación y diversificación en la ciudad», insistía. La defensa de la dieta mediterránea frente a la invasión de «fast food» es otro caballo de batalla del alcalde.