Mientras unos niños jugaban el sábado, plácidamente, en una de las pistas de fútbol ubicadas a la altura del número 67 de la Avenida Amado Granell (antigua General Urrutia), los vecinos de la zona empezaban a concentrarse y a colgar pancartas en las que se podían leer mensajes como «T-2 sí, talleres no, movilidad sostenible», «queremos vivir en paz» o fotografías cartográficas donde se matizaba que el uso dotacional del solar, según el PGOU era «deportivo» y se podía leer arriba, escrito a rotulador «¿prevaricación?»

Así, poco a poco, unas 300 personas llegaron a concentrarse frente al solar en el que el ayuntamiento y la Generalitat han pactado colocar los «talleres provisionales» de la línea de metro T-2, pero, como denunciaba Salvador Puig, el presidente de la comunidad de vecinos del número 65 de Amado Granell, «lo han hecho de forma unilateral, sin contar con nosotros».

Él argumentaba que las propuestas vecinales se centran en dos aspectos. Una, que los talleres se ubiquen en el mismo trazado de la vía y, concretamente, frente a l'Oceanogràfic, donde hay amplios solares así como naves industriales abandonadas. Y la segunda, que las administraciones «hagan un esfuerzo para conectar la T-2 con Natzaret, con el fin de una llegar a alcanzar una conexión de la ciudad con un barrio históricamente desconectado».

En la misma línea se expresaba el presidente de la Asociación de Vecinos la Plata-General Urrutia de Quatre Carreres, Francisco Giménez: «Aceptamos en su día que el metro saliera a la superficie antes de lo que queríamos, pero no vamos a consentir que pongan aquí los talleres».

Recordaba que la finalidad original de este lugar era para crear «un centro de gimnasia rítmica» y criticaba que «de la noche a la mañana se decida poner aquí esta bomba de relojería sin consultar con nadie». Además, cuestionaba ese aspecto «provisional» tanto por temer que «realmente fuera permanente, como ha pasado ya con otras infraestructuras». Sino también por verlo como una forma de «malgastar el dinero».

«Si luchamos contra el gobierno por los recortes y por la infrafinanciación, no tiene sentido invertir aquí varios millones para luego, además, desmontarlo». Más concreto era Puig, quien dejaba caer que «los gobernantes no valoraron las alternativas. Se vieron con unos fondos Feder y dijeron, lo ponemos aquí, sin tener en cuenta a los vecinos», lamentaba para añadir que había unas 4.000 personas afectadas y se había presentado una reclamación con 1.521 firmas.

En la concentración también estuvieron presentes concejales del Partido Popular, como Eusebio Monzó, o de Ciudadanos, como Fernando Giner. Ambos se expresaban en términos similares y reclamaban alternativas y también que se reemprenda la obra del metro. Además, ambos partidos han presentado sendas mociones en contra de este emplazamiento de los talleres.