Virginia, Juan y Edu salieron a las 4 de la madrugada desde Barcelona para poder estar tranquilamente a las 8.45 en la meta. Su jornada fue maratoniana, numa mejor dicho: 3 horas y media de coche por la A7, con una paradita rápida para un café, y 4 horas de media entre los 3 de carrera por las calles de València. «Nos acostamos a las 12 de la noche, así que hemos dormido poco. Pero ahora nos tomamos una paellita y nos recuperamos rápidamente para volvernos esta tarde a casa», explicaba Juan, con la imagen del cansancio en el rostro. «Es un maratón rapidísimo, ideal para bajar los tiempos, por eso estamos aquí», aseguraba Edu. Virginia estaba más emocionada. Se lo dedicaba a varias personas, entre ellas a su hermano, fallecido este mismo año. El año que viene volverá, asegura.