Como en el juego de la oca, este año la primavera va a pasar su turno en la posada. Al menos esa es la sensación que tenemos todos tras dar el salto de los jerséis a las mangas cortas. Entre medias, el espacio-tiempo ha quedado suspendido bajo palio, unas cuantas tilas y los ratos de sol en el balcón, que hemos tenido a cuentagotas. Ahora que ya nos empezamos a quitar los grilletes, las temperaturas están alcanzando valores superiores a los normales. En el mediodía de ayer tuvimos registros entre 4 y 6 ºC por encima del promedio en la Comunidad Valenciana; hoy tres cuartos de lo mismo. Esto no es nuevo, en tanto que venimos de un invierno extraordinariamente cálido en parte de Europa y una primavera de la misma crianza, a pesar de las nubes y los chaparrones. La noticia radica en que ahora, a finales de mayo, esas anomalías suponen tener ya temperaturas más propias del verano.

Las temperaturas altas están siendo la tónica general en numerosos puntos del hemisferio norte desde hace meses, especialmente en el norte de Eurasia, gran parte del centro y sur de Norteamérica y en el Ártico. Este último está registrando una 'ola de calor' que ha dejado registros hasta 12 ºC más altos de lo habitual y un deshielo muy prematuro. El aire cálido está sobrevolando sobre todo la zona más próxima a Siberia Occidental, aunque se extiende hasta el norte de Groenlandia y el mar de Beaufort, junto a Canadá. Desde que empezó el año, Rusia no hace más que pulverizar récords, entre ellos el de invierno más cálido jamás registrado, dentro de una serie histórica que abarca cerca de un siglo. Ese calor que redunda en terreno ruso y cercanías se ha extendido más al norte provocando una fusión de hielo en el océano Ártico bastante precoz, entre las diez más tempraneras de la serie histórica. El mar de Kara, que baña las penínsulas rusas de Yamal y Taimir, muestra un mínimo de hielo histórico para la fecha.

En diciembre algunos servicios meteorológicos avisaron de que 2020 rivalizaría con las temperaturas de 2016, que consiguió el título de año más cálido a nivel global desde 1880, cuando se iniciaron las observaciones. Ya podemos decir que dieron en el clavo y lo más grave es que, en aquel caso, la temperatura estuvo condicionada por un poderoso fenómeno de El Niño que ahora no está presente. En la actualidad la 'llama' no es más que el calentamiento global. Con la Tierra así de exacerbada, no nos debería extrañar un verano con envites de calor extremo. Otro más. Ya saben, de oca a oca y...