Acabo de recibir información sobre un nuevo curso máster, perpetrado por la Universitat de Valencia y el Colegio de Médicos. Bajo el pomposo título de «Máster en medicina y cirugía para médico interno residente» se esconde lo que no es más que un curso de preparación para un examen nacional. Nada hay de malo en dichos cursos, y mucho menos en que instituciones honorables se impliquen en ellos, pero convertirlos en un máster supone desvirtuar este concepto. Quienes hemos hecho un máster en épocas en que Bolonia solo era el nombre de una ciudad tenemos una idea distinta: vocación, estudio y esfuerzo para profundizar en un tema y obtener la excelencia en él. Convertir en máster un curso de preparación para una oposición es crear especialistas en todo, que es lo mismo que especialistas en nada, y cuyos conocimientos finales no son distintos de los que ya deberían haber obtenido en el período de pregrado; ni profundidad, ni excelencia. El estado final de los nuevos maestros solo se distinguirá del que se puede obtener en una academia privada, o estudiando en casa con la pata quebrada, por los colores del diploma y por un título cuyo valor real dependerá de haber pagado por él y de su uso para malversar un currículum. Un paso más en la carrera hacia la mediocridad que empezó cuando convertimos en colegios los institutos, siguió al convertir en colegios las facultades, y ahora convirtiendo en colegios los estudios de postgrado. Un paso más en el descrédito de los cursos de doctorado que no se hacen o que se aprueban sólo por la matrícula, de las tesis aprobadas de antemano, de los premios pactados y de otras miserias que la Universidad, al menos una Universidad seria, debería desterrar.