A mi madre le encanta desayunar en la plaza del pueblo, especialmente los domingos. Nos sentamos a ver pasar a la gente, las terrazas están más animadas y se extienden hasta la propia carretera porque ese día se cierra el acceso a los coches. Ella lo mira todo y se recrea: el ayuntamiento y su patio con grandes árboles que asoman sobre el muro, la fuente y su placita, el campanario («s´ha obert com una magrana», canturrea), la iglesia€ Lanza una sonrisa de satisfacción y me comenta lo contenta que está con su pueblo («s´ha fet gran») y su entrañable plaza. Ya no recuerda todo lo que allí ha visto, ha perdido mucha memoria, pero le queda la emoción cierta que le han dejado esos recuerdos.

Pepita Greus, la poetisa de Alginet, cantaba a su pueblo: «València lo milloret, de València la Ribera i de la Ribera, Alginet». Mi madre no se acuerda de Valencia y ya no sabe muy bien lo que es la Ribera, pero vive y disfruta, aún, de su pueblo y de su plaza. Para ella, parafraseando a la poetisa, «es de lo que Deu ha fet i entre lo mes bo que fera, la plaça del meu poble€ lo milloret». Salvador Ruiz-Fargueta. Alginet.