Un buen día quise saber lo que comía, salí de mi zona de confort y empecé a investigar: lo que vi me horrorizó. Detrás de un plato de pollo, ternera o de un simple vaso de leche, no había más que maltrato y muerte de animales que sólo querían vivir. Claro que me gustaba el sabor, porque es a lo que me habían acostumbrado de pequeña, pero lo que no me gustaba era todo el maltrato y muerte que hay detrás. Me costó mucho entender cómo había podido comer antes animales, y fue por ignorancia, pues no sabía nada sobre la ganadería intensiva. Una vez decides no consumir nada de origen animal no es por salud, ni por moda, es porque estás en contra del maltrato animal y qué mejor forma que empezar por la nevera. ¿Estaría bien hacerles a los humanos lo que les hacemos a los animales en las granjas de explotación? Cristina Ardid Soler. València.