Estimados lectores, les voy a pedir que hagan un experimento. Les invito a que cierren los ojos€ ¿ya? Pues imaginen un grupo de varios cientos de personas huyendo de su país, sea porque allí existe la trata de personas, porque gobierna una dictadura o, tal vez, porque ese país está en guerra o en riesgo de hambruna.

Ahora imaginen a esas desesperadas personas jugándose la vida en una patera para alcanzar algún país de su entorno que les ofrezca ayuda. Pero, hete aquí que dos de esos países los rechazan con el argumento de que sus ciudadanos están por delante para percibir esas ayudas (o que podría provocar un efecto llamada); ¿lo visualizan?

Pues bien, imaginen que ese país en guerra está en Europa; y que esos migrantes que huyen son€ ¡blancos y europeos! Ya pueden abrir los ojos y preguntarse: ¿qué haría la comunidad internacional? ¿Y la UE? Dado que Occidente siempre ha creído ser superior a los países más desfavorecidos, no es descabellado pensar que moverían cielo y tierra para dar cobijo a esas personas. Pero son subsaharianos. Por lo tanto y, visto lo visto, no harán nada. Italia y Malta han cerrado sus puertas en una clara demostración de unas políticas xenófobas y racistas, mientras Europa, literalmente, se lava las manos cual Poncio Pilatos, demostrando, todos, una total falta de empatía, solidaridad y humanidad. Una gran vergüenza.

Valores estos, que sí ha mostrado España ofreciéndose a acoger a estas personas y cuyo guante han recogido varias comunidades autónomas y un sinfín de municipios. Dejando claro que toda persona, venga de donde venga, tiene derecho a una vida digna. Y esta es la gran lección que estamos trasmitiendo a un mundo cada vez más deshumanizado. (Por estas cosas sí me siento orgulloso de ser español).

Si de verdad queremos atajar el problema, hay que ir al origen del mismo; esto es, a los países donde se producen masacres, hay dictadores o se vulneran los derechos básicos. Pero si Europa mira hacia otro lado al tiempo que sólo busca rédito económico en esos países en conflicto a los que está esquilmando sus recursos naturales, no habrá ninguna posibilidad de solución. ¡Europa, despierta! Óscar Campos Caudé. València.