El año pasado, la OMS sostuvo que los videojuegos podían llegar a ser una adicción, afectando a millones de personas diariamente. Es cierto, que en determinadas ocasiones los videojuegos producen dependencia y trastornos, pero no todos los jugadores lo sufren. Es necesario mirar más allá de lo que parece: tenemos que buscar los motivos que llevan a la persona a jugar. Adicionalmente del gusto de jugar, puede ser que los utilice como una vía de escape ante las dificultades personales. Deberíamos preguntarnos e intentar entender por las situaciones a las que se enfrenta antes de juzgarlos y clasificarlos como adictos. No se juzga a una persona por salir de noche, ya que no es concebido como algo perjudicial. En cambio, la sociedad en general critica jugar a videojuegos por los efectos negativos que pueden ocasionar. Deberíamos tener más empatía y dejar de juzgar a la persona antes de conocerla. Jorge Sánchez Vallejo. Mislata.