Tener que decidir a los dieciséis años qué hacer con mi vida es de locos. Saber qué voy a hacer mis próximos sesenta años, en qué soy bueno o qué profesión elegir para poder vivir bien€ todo esto a mi edad lo percibo absolutamente grotesco ya que hay adultos a mi alrededor que aún van dando tumbos profesionales y personales.

Es cierto que desde los colegios nos dan indicaciones y charlas de orientación, pero también es cierto que nuestras personalidades van cambiando en el trascurso de la vida. Según las vivencias, se van modificando nuestras ideas en función de nuestro entorno y según nuestros fracasos y nuestros éxitos.

Por eso me pregunto si todo lo que pasa en nuestra sociedad no tendrá un hilo conector que enlace cada una de las noticias que vemos o leemos cada día, los fraudes de los políticos, las manifestaciones de nuestros abuelos reivindicando pensiones dignas, la violencia de género€ no sé, a veces pienso, que la sociedad no encaja en el cubo que de jóvenes nos quieren meter. Víctor Alvarez de Molina. València.