¡Qué pena me das, Willy Toledo! Si la única manera que tienes demostrar tu desacuerdo con algo es cagarte en ello, restregarlo en la cara de sus seguidores y decir que no pasa nada, es que no mereces ni el más mínimo respeto. No obstante, muchos católicos vamos a seguir teniéndolo hacia ti. Ante el insulto, perdonaremos y, eso sí, acudiremos a los tribunales porque estamos en nuestro derecho de tratar de impedir la ofensa a millones y millones y millones de personas que le importan un bledo a este señor. Gracias a Dios, los católicos nos sabemos pecadores, procuramos reconocer los errores y horrores cometidos y pedimos perdón. Tú, no. Desconoces lo que significa perdonar, pedir perdón y ser perdonado. Quizá por eso tienes dentro de sí esa inquina. ¿Has leído la reciente carta del papa Francisco, Willy? No; sería mucho pedir. ¡Qué pena me das, Toledo!