Para ganar la guerra uno debe ser un poco menos pacifista que su enemigo. El enemigo de la cultura valenciana es muy sutil, es extremadamente pacifista, razonable, dialogante, partidario del entendimiento entre pueblos. Respetuoso con todo el mundo, reúne todas las cualidades humanas: bondad, amabilidad, buena actitud, positividad, solidaridad, generosidad, puntualidad y tolerancia. Eso sí, delega toda su malicia para imputar a otros todos los defectos: autoritarismo, avaricia, codicia, envidia, agresividad, crueldad, venganza, rencor, arrogancia y egoísmo.