El otro día me fijé en un cartel que anunciaba una nueva serie de una conocida plataforma de streaming. En él aparecían unos guapos jóvenes vestidos con uniformes de instituto. Esta imagen me hizo pensar en mi yo de dieciséis años y en cómo me hubiese encantado tener ese aspecto en el instituto. Busqué la edad de los actores y no tardé en descubrir que todos eran mayores de veinte. Se trata de un fenómeno que se repite: veinteañeros interpretando a adolescentes. Podría no parecer un asunto importante, pero estos actores pueden generar aspiraciones imposibles en los más jóvenes. Con dieciséis años no se puede parecer alguien de veintitrés. Deberíamos devolver la adolescencia a los adolescentes, es su derecho verse representados tal como son.