La administración tiene previsto dedicar recursos para que los menores extranjeros no acompañados reciban una atención social, educativa y sanitaria. Unos recursos que son limitados y que, en algunos casos, ya no están llegando a los trabajadores de las asociaciones privadas que han suscrito un concierto con la administración. ¿Pero qué pasa con esos menores extranjeros cuando cumplen 18 años? Pues que al día siguiente dejarán de recibir esa asistencia y se tendrán que buscar la vida. Es más, no recibirán un permiso de trabajo si no consiguen un contrato de trabajo de 40 horas semanales, algo casi imposible a día de hoy. Entonces, ¿qué hacer con esos jóvenes extranjeros no acompañados que ni estudian ni trabajan? ¿Será cuestión de hablar con las comunidades de su misma nacionalidad ya asentadas en España para que los acojan en algunas de sus familias? ¿Tendrá que hablar nuestro gobierno con las autoridades de sus países de origen para encontrar juntos una solución factible? ¿Es de recibo que sus gobiernos se desentiendan para siempre de sus menores y jóvenes emigrantes?