Las niñas de Alcàsser (1992), Marta del Castillo (2012), Diana Quer (2016), la Manada (2019), y un largo y triste etcétera. Casos como estos removieron toda la basura española, sembraron el pánico y el dolor. En 1992 padres y madres decidieron que sus hijas no salieran cuando caía la noche, una prohibición alimentada por el miedo a quienes cometieron el cruel crimen de tres niñas. En 2019, Pamplona y toda españa se movilizó en contra de una manada que teñía la ciudad de lágrimas y temor. Incontables son aquellos casos de violencia de género, y eso que se empezaron a contar desde el 2003. A pesar del miedo y el sentimiento de que se nos encoge el estómago cuando nacen nuevos casos, seguimos teniendo que librar peleas contra aquellos que los olvidan. Es increíble que aun después de la desaparición de Diana Quer siga habiendo quien defienda condenas absurdas para un grupo de animales «abusadores», quienes le quitan valor a movimientos feministas, como el 8M, y luego giran la cara a las noticias de violación o asesinato. Desgraciada (o afortunadamente) el miedo no es contagioso. Olaya Tomás. València.