A partir de esta semana, miles de niños de familias divorciadas vuelven a ser tomados como rehenes por uno de sus propios progenitores, habitualmente la madre, tras haber disfrutado de dos meses de libertad para disfrutar, crecer y jugar tanto con su padre como con su madre respetando su Derecho Humano a mantener una relación plena y equitativa con ambos progenitores, derecho contemplado en la Carta de Derechos del Niño de Naciones Unidas en sus artículos 9 y 18, y que en España no se respeta. La hipocresía y deshonestidad de todos los argumentos mezquinos empleados en contra de los planes de coparentalidad quedan en evidencia en los periodos vacacionales donde, de repente, lo mejor para los hijos de padres divorciados es la custodia compartida. El Gobierno más feminista de la historia se opone frontalmente a ella. En un miseria humana sin límite califica la custodia compartida como una forma de violencia hacia la mujer. Si defender que un niño pueda disfrutar del mismo tiempo con su padre y con su madre es violencia hacia la mujer, ¿qué tipo de violencia es limitar a un hijo tener padre cuatro días al mes repartidos en fines de semanas alternos? La verdadera violencia es privar de forma deliberada e injustificada a un menor de tener padre y familia paterna sólo por negativa de la madre. La custodia compartida es un derecho del menor y un deber de los padres.