Los partidos de «sí o sí» tienen la presión de tenerlos que sacar hacia adelante pero la ventaja de que con un triunfo no hay que pedir demasiadas explicaciones. Es decir, que lo importante es el marcador y no tanto cómo sea el proceso que lleva hasta el objetivo fijado. Esa es la conclusión del encuentro del Villarreal contra el Real Valladolid, en el que lo mejor fue la suma de tres puntos que distancian al equipo en cinco puntos respecto a la zona de peligro. La buena primera mitad dio paso a los goles y de ahí a esa incertidumbre problemática ya sufrida en otras ocasiones y ayer salvada por la eficacia goleadora. Como todo a la vez difícilmente se tiene, sirve de momento, pero en las otras cuatro finales que debe afrontar el submarino antes de la pausa navideña no deberían cometerse errores que se pagan tan caros.

Valverde apostó por un once sin la presencia de Llorente, pese a que el delantero había evolucionado de forma óptima en los últimos días. Por ello, el extremeño dispuso a Rossi y a Nilmar como referentes. En el centro de la defensa, Godín y Marcano fueron los elegidos, quedando Gonzalo en el banquillo. Quien no estaba como suplente era Escudero, sin duda el que resultaría mejor jugador de la primera parte. Lo fue porque afrontó el partido motivado, con ganas de demostrar que merecía haber disfrutado de más minutos en el Valladolid. Le sirvió el argentino un pase de oro a Nilmar para establecer de cabeza el gol.

Por su lado, el Valladolid planteó el encuentro con un único punta –Diego Costa– y con una tripleta que tenía la misión de crear el peligro, Sesma, Canobbio y Nauzet. Por atrás, un doble pivote y la línea de cuatro habitual. Ninguno de los tres jugadores que formaron parte del Villarreal, Arzo, Font y Marcos, tuvo su opción desde el comienzo.

Con el gol, el Villarreal no pudo ejercer el control del cuero de forma adecuada. Perdía la pelota en la medular demasiado fácil y bajó el pistón ofensivo, aunque un claro penalti de Nauzet a Rossi pudo haber cambiado el sino del partido. Sin embargo, Álvarez Izquierdo no lo pitó y el italiano no pudo forzar en la reclamación al tener una cartulina amarilla. También Nilmar tuvo su opción sin recompensa.

Así, la primera parte finalizó con la ventaja del submarino y la lesión de Venta, que provocó la participación de Ángel. Prometedora comenzó la segunda mitad con un pase largo de Godín que habilitó a Nilmar en ataque para tocar el balón de cabeza, de nuevo, y batir a Justo Villar. El equipo de la Plana Baixa castigó de salida a un Valladolid que se había crecido con la mínima ventaja local. Y continuó el castigo. Otro balón en profundidad al área para que Nilmar combinara con Rossi y el bambino encarara el área para batir al portero visitante con precisión. Era el tercero.

No obstante, la ventaja en el marcador no va acompañada de seguridad defensiva. Godín acusaba el cansancio de los partidos con Uruguay, Senna había desaparecido, Pirès lo mismo y Marcano, por si fuera poco, le regaló un gol a Costa, con una cesión a Diego López deficiente e innecesaria, que el delantero del Valladolid no desaprovechó.

Mendilibar había movido el banquillo desde el comienzo de esta mitad, pero Valverde aún no lo había hecho. Realizó el extremeño algunos cambios y los problemas citados anteriormente siguieron presentes todavía. No es que los últimos minutos fueran para olvidar, pero se acumulan ya demasiados partidos en los que los aficionados locales no paran de mirarse el reloj.