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­No se asustó el Villarreal CF ante el primer toro con cuernos de verdad y completó una faena que mereció dos orejas, el rabo y lo que los aficionados del Dia del Bou quieran. Ganó al Atlético de Madrid en un partido para aficionados de buen paladar y conserva la segunda plaza en una Liga BBVA en la que ha completado el mejor arranque de su historia. Juan Carlos Garrido le ganó la partida a Quique Sánchez Flores. El técnico retrasó la posición de Nilmar y éste cogió desprevenida una y otra vez a la defensa visitante. En velocidad y con metros por delante fue imparable.

Presionó muy arriba el Atlético de Madrid desde el principio del encuentro, lo que dificultó la salida de balón del Villarreal CF. El conjunto de Juan Carlos Garrido no renunció a sus señas de identidad y trató de sacar el balón jugado, algo que en los primeros minutos le dio más disgustos que alegrías, pues el conjunto visitante robó no pocos balones cerca del área de Diego López. El rédito que sacaron los de Quique Sánchez Flores fue menor, un posible penalti no sancionado por Ramírez Domínguez y un tanto anulado por fuera de fuego. Miedo y poco más.

El Villarreal CF fue más contundente. Nilmar y Cani se intercambiaron los roles para poner el 1-0 en el marcador. El delantero brasileño condujo la pelota desde el campo propio, atrajo la atención de los defensas del Atlético de Madrid, esperó y dio un pase letal que el centrocampista supo aprovechar, batiendo a un sobredimensionado De Gea. No será mal portero, pero todavía no es Arconada.

El tanto animó a los locales y deprimió a los visitantes. Los futbolistas del submarino se sintieron más seguros, bien arropados por el marcador y la grada, y exhibieron su mejor juego combinativo. El Atlético de Madrid golpeó, pero no supo tumbar a su rival. El Villarreal CF, en cambio, sacó provecho de sus virtudes. Jugó con el ritmo de juego a su antojo, durmiendo el partido para acelerarlo a continuación. Sacudió con sus cambios de velocidad a un equipo que todavía no ha alcanzado la solidez necesaria.

Quien mejor interpretó esta táctica fue Nilmar, que ayer se pareció durante muchos minutos a la mejor versión que todos imaginamos de él. Desde una posición más alejada al área de la que acostumbra, dejó en evidencia a los defensores que trataron de cortar sus aproximaciones. En el uno contra uno más de uno quedó retratado, pues el delantero ofreció tantos recursos como balones recibió. Ahora un taconazo, ahora un regate.

Sin la pelota, ni siquiera la posibilidad de salir al contragolpe, el Atlético de Madrid pareció un rival menor en la recta final de la primera mitad, donde sólo inquietó a Diego López en una acción del tiempo de descuento en la que, tras un disparo de Godín, el árbitro no señaló un penalti sobre Agüero. En plena discusión, ya de camino al túnel de vestuarios, Reyes fue sancionado y Quique Sánchez Flores, expulsado. Ambos criticaron la premura del árbitro en señalar el descanso.

La segunda mitad arrancó con Matilla en el puesto de un exhausto Marcos Senna, a quien Garrido dio descanso. No se notó el cambio, pues el Villarreal CF continuó controlando el ritmo de todo cuanto aconteció en El Madrigal.

Una excelente jugada sirvió para anotar el 2-0. De nuevo Cani estuvo implicado. Si en el primer tanto recibió la asistencia de Nilmar, en el segundo fue él quien dio el pase decisivo, éste a Rossi.

El golpe fue letal para el Atlético de Madrid que, contento por tener la excusa arbitral para justificarse y aumentar su leyenda de maldito, se olvidó de pelear por remontar un partido del que todavía quedaban muchos minutos.

Quique Sánchez Flores (móvil, mediante) hizo algunos cambios, pero ni siquiera la entrada de Diego Forlán, que si algo sabe es dónde están las porterías de El Madrigal, causó efecto. La apatía invadió a sus futbolistas, que se resignaron a la derrota.

Una buena colocación sobre el terreno de juego bastó para desactivar las tímidas aproximaciones visitantes. Los delanteros del Atlético de Madrid se defendieron a ellos mismos.

Ni siquiera el ya clásico y habitual ataque de conservadurismo de Juan Carlos Garrido (esta vez fue Mario quien ocupó el puesto de Nilmar a falta de seis minutos para el final) afectó a la confianza de los futbolistas del Villarreal CF, que supieron mantener la posesión de la pelota para evitar complicaciones.

La recta final del encuentro fue una fiesta para los aficionados del Villarreal CF, que corearon con olés los últimos pases de sus futbolistas.

La entrada de Marco Ruben fue la guinda de un encuentro que el submarino amarillo, pasados unos primeros minutos de agobio, dominó hasta el final, sobreponiéndose a las bajas de jugadores importantes como Musacchio o Borja Valero. El papel de Cani, Nilmar y Rossi bastó ayer para desarticular a un Atlético de Madrid que no pudo plantarle cara al segundo clasificado de la Liga BBVA; el Villarreal CF.