El aeropuerto de Castelló se ha convertido en un símbolo de los desmanes cometidos en tiempos de bonanza en España. Los sobrecostes y retrasos, la inauguración sin aviones y la colosal escultura inspirada en Carlos Fabra, pagada con dinero público, han llamado la atención hasta de la prensa extranjera. La decisión del Consell de romper el contrato con la concesionaria ha dinamitado el alambicado modelo de gestión mixta que ideó Fabra para su proyecto más personal, que ha devorado150 millones de euros y que sigue a la espera del primer avión.

La trayectoria de la instalación ha supuesto una espiral de contratiempos, atribuibles en buena medida a la gestión de Aerocas, la sociedad pública de la Generalitat que preside Carlos Fabra. El próximo 22 de enero se cumplirán ocho años desde la colocación de la primera piedra y, pese al tiempo transcurrido, todavía no se vislumbra el día en que el aeropuerto desplegará sus alas, aunque Fabra insiste en que será en abril. La crisis del sector aeronáutico, la eliminación de rutas y el cierre de otros aeropuertos no son un buen precedente para Castelló, máxime cuando el Consell ha rescindido el contrato con la empresa que tenía que explotarlo comercialmente.

El rescate público de la concesión se debe a que la Generalitat no puede asumir el contrato con Concesiones Aeroportuarias. Hace menos de un año, el exjefe del Consell Francisco Camps dio plenos poderes al presidente de Aerocas, Carlos Fabra, para que renegociara la continuidad de la concesionaria. Fabra garantizó a la empresa que la Generalitat cubriría sus pérdidas en los ocho primeros años de explotación. Y le dio la posibilidad de marcharse en el noveno recuperando la inversión.

Fabra desautoriza a Fabra

La llegada de Alberto Fabra a la presidencia del Consell ha venido acompañada de duros recortes. Y el aeropuerto no se ha librado. El 30 de diciembre, la Generalitat anunció la rescisión del contrato con la concesionaria. Esta decisión hace saltar por los aires el entramado que diseñó Carlos Fabra, con la anuencia de Zaplana y Camps. Las amenazas de dimisión del presidente de Aerocas no han tenido efecto porque la medida no tiene marcha atrás. Lejos de aliviar la situación, la ruptura puede suponer una sangría para las arcas autonómicas. La concesionaria ha demandado a la Generalitat, a la que reclama 80 millones que ha puesto, a los que se suman los 40 millones que el Consell le prestó.

Este conflicto ha castigado aún más la maltrecha imagen del aeropuerto y alimenta as dudas sobre su viabilidad. De poco han servido los 30 millones que ha destinado la Generalitat para publicitar una infraestructura que no está operativa. Los jugadores del Villarreal CF han lucido por los estadios de media Europa sus camisetas amarillas con el logotipo de un aeropuerto al que no se podía volar. El Consell ha retirado los patrocinios por falta de fondos.

Buena parte del descrédito del aeropuerto es atribuible a su ideólogo, Carlos Fabra. Suya fue la idea de inaugurarlo en marzo del año pasado sin permisos de apertura, justificando que quería que la gente paseara por las pistas. Fue él quien proclamó que quería un aeropuerto para aviones y no para bicicletas y, a las semanas de decirlo, la instalación acogió una prueba ciclista. Y suya fue la decisión de contratar al artista Juan Ripollés, quien ha levantado una colosal escultura de 30 metros inspirada en su amigo Fabra, que ha costado 300.000 euros a la Generalitat. Todo ello ha esculpido una imagen caricaturesca del aeropuerto, a la que han contribuido los problemas con el aguilucho cenizo, la plaga de conejos, la contratación de huroneros y halconeros o la convocatoria de una fiesta "rave" .

Aerocas prosigue sus gestiones para lograr los permisos

La sociedad pública Aerocas prosigue sus gestiones para conseguir que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) certifique el aeropuerto y otorgue el permiso de apertura. Las instalaciones no están completadas porque la constructora, de la concesionaria, abandonó las obras pendientes por los impagos del Consell. El aeropuerto sigue sin empresa que lo comercialice porque el Consell rescindió el contrato con la concesionaria. La Generalitat quiere que se haga cargo AENA, pero la entidad asegura no haber recibido ninguna petición formal. El presidente de Aerocas, Carlos Fabra, dijo esta semana a los empresarios que la instalación estará operativa en abril.