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Los aficionados que dan soporte al submarino amarillo saben perfectamente que el rendimiento del Vila-real no puede compararse a los grandes/grandes de esta liga y que más pronto o más tarde llegará la primera y la segunda y hasta la tercera derrota que den paso a otro líder más natural porque las plantillas no pueden compararse. Los aficionados estamos preparados para cuando llegue la pájara que acecha a los equipos que han de afrontar hasta tres competiciones principales y el fútbol profesional exige a los futbolistas una condición física lo más parecida posible a atletas de altísimas competiciones. Ocurre sin embargo que entre los equipos que ya han mordido el polvo ante el submarino están los atléticos, dos equipos que no son precisamente dos recién llegados al fútbol de élite, de suerte que una perita en dulce para los rivales el Vila-real no es.

Lo menos que puede pedirse es objetividad y si se nos permite, un cierto reconocimiento al fruto que el Vila-real está exprimiendo a un presupuesto de ingresos de aproximadamente el cincuenta por ciento del Atlético de Madrid, Valencia, del Sevilla y a años luz de los dos trasatlánticos. La trayectoria es el fruto del trabajo bien hecho, desde el staf directivo al último servidor de un clube modesto, sí, pero tal vez por eso merece más respeto su actual y se supone que provisional liderato.