La Guardia Civil desaloja sin incidentes a los últimos «raveros» de El Toro

El municipio castellonense de El Toro, situado en la comarca del Alto Palancia, fue durante el pasado fin de semana el punto de encuentro de decenas de personas que querían participar en la fiesta ilegal preparada en el antiguo helipuerto militar de la localidad y que ayer fue desalojada por completo. Los agentes de la Guardia Civil, tras recibir un aviso por parte de la alcaldesa del municipio, Ana Mª Orduña, de que varios vehículos «con aspecto sospechoso» estaban pasando por el pueblo, se desplazaron el sábado hasta la zona anteriormente citada.

Una vez en la antigua base militar los agentes de la Benemérita pudieron ser testigo de una fiesta clandestina en la que decenas de jóvenes se encontraban bebiendo y con la música puesta. Durante la tarde, los Guardia Civiles procedieron al cierre de la «rave» y comenzaron el desalojo del recinto. Varios de los asistentes pasaron la noche en la base militar, siempre bajo la atenta mirada de los agentes, y fue ayer por la mañana cuando abandonaron con sus vehículos la zona.

La alcaldesa de El Toro, en declaraciones a Levante de Castelló, señaló que a media mañana de ayer, tras haber hablado ella misma con la Guardia Civil, tuvo constancia de que el desalojo de la antigua base militar se desarrolló «sin incidentes» y que poco a poco, desde la tarde del sábado, los presentes fueron abandonando el recinto en desuso.

Una vez desalojada la base militar abandona de El Toro, se desconoce con seguridad hacia donde se dirigieron los asistentes. Sin embargo, en la red social Twitter, ayer por la tarde se podían leer algunos comentarios de que varios de los vehículos acampados en El Toro se encontraban en un aparcamiento en la localidad de Barracas, también en el Alto Palancia.

Tres días de «rave»

Los «raveros» acampados en la antigua base militar, abandonada desde los años 90 tras ser desmantelada por el Ministerio de Defensa, fueron llegando a la zona desde el pasado Jueves Santo, momento en el que comenzaron a saltar las alarmas entre los vecinos quienes sospechaban de que algo debía ocurrir en el recinto. Asimismo, fue precisamente la alerta vecinal de la presencia de vehículos y «gente rara» la que puso a la Guardia Civil sobre aviso.