El IES Bovalar de Castelló se ha proclamado «centro sin deberes». Veintitrés de los 65 profesores con los que cuenta el instituto se han adherido a la propuesta de la dirección de cambiar la metodología y suprimir la carga de actividades que los profesores dejan para que los alumnos los hagan en casa. El director del centro, Antonio Solano, se muestra partidario de que las clases dejen de ser la explicación del profesor y que los ejercicios se tengan que hacer en casa. «Lo que veo a mi alrededor es que se deja poco tiempo para los deberes en el aula, lo que provoca que los estudiantes se lleven a sus casas una o dos horas de deberes como mínimo», apunta.

Es por ello que Solano apuesta por crear una red de calidad educativa que preste atención a las necesidades de los jóvenes de disponer de tiempo libre para cuestiones ajenas al colegio. «Centros sin deberes en los que se trabaja en el aula, sin la presión de tener que acabar un temario o las prisas de terminar el libro de texto», añade. Y es que, cambiar la metodología no es fácil. Tal como explica el director, los profesores se ven en la tesitura de escoger entre terminar los temas o ir al ritmo de la clase. «Los profesores están atados a una materia que deben dar en un curso y, llevarlo a cabo, no es fácil», apostilla.

La idea de que el IES Bovalar entrara a formar parte de los «centros sin deberes» surgió porque los alumnos de 1º y 2º de la ESO, principalmente, no los hacían, bien porque no sabían o porque lo consideraban superfluo. «El IES es Centro de Atención Educativa Singular y el 20 por ciento de alumnos tienen necesidades de compensación educativa. Esto hace que, en ocasiones, no hagan los deberes porque no lo ven necesario o, incluso, porque tienen que cuidar de hermanos pequeños», añade el director.

A este respecto, Solano hace hincapié en que el «apoyo sociofamiliar» es «fundamental» para el aprendizaje y, en este sentido, «los deberes penalizan a quienes no cuentan con ello». «Puedo entender que, en alguna ocasión, ante tareas mecánicas, los docentes piensen que reforzar con deberes es positivo, pero creo que eso mismo se puede hacer en clase. En muchos casos son deberes absurdos, sacados de libros de texto y con tareas descontextualizadas. Deberes que generan ansiedad en los más cumplidores, rechazo en los más rebeldes e impotencia en los más incapaces», argumenta el director.

Además, Solano reseña que «algo falla en un país que encabeza las listas del fracaso escolar yq ue a la vez se encuentra entre los que más deberes ponen a sus alumnos». «Si creáramos esta red de calidad educativa, quizá los jóvenes tendrían tiempo, por ejemplo, para hacer deporte, reunirse, jugar o leer por placer», concluye.