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La huella que dejaron los íberos en València

La diputación y el Museo de Prehistoria ofrecen actividades, rutas y talleres en una decena de enclaves de la provincia con yacimientos de la época

La huella que dejaron los íberos en València

Desde el Rincón de Ademuz hasta las inmediaciones del cap i casal en Moncada. Son numerosos los vestigios que todavía quedan de la cultura íbera en la provincia de València. El área de Cultura de la diputación, el Museu de Prehistòria de València y los propios ayuntamientos de los términos municipales donde se encuentran estos restos quieren aprovechar ahora esta huella para atraer a los turistas a sus yacimientos mediante distintas rutas, actividades y talleres que permiten conocer a los visitantes el patrimonio íbero que ha sobrevivido más de 2.000 años en territorio valenciano.

Este peculiar recorrido abarca buena parte de la provincia, con distintos puntos en los que hicieron sus vidas estos antiguos moradores de lo que ahora es la provincia de València: los íberos. Uno de esos yacimientos se encuentra en el enclave del Rincón de Ademuz. Se trata de La Celadilla, en el término municipal de Ademuz. Este asentamiento fue una pequeña aldea de los íberos, que fue destruida en un incendio alrededor del año 350 a.C. Allí, bajo el título «La Celadilla, del Turia a los íberos», se organizan visitas senderistas guiadas los lunes, viernes y sábados.

En dirección desde el Rincón hacia el litoral, todavía en el interior, en la comarca de los Serranos, los municipios de Aras de los Olmos y Villar del Arzobispo ofrecen itinerarios senderistas señalizados para descubrir su patrimonio íbero. En Villar, los visitantes pueden conocer el yacimiento de La Seña de manera libre, sin necesidad de reserva previa.

Ya en la demarcación del Camp de Túria, en el municipio de Gátova -que pertenecía a la provincia de Castelló hasta que en 1995 se integró en València- se encuentra el asentamiento del Torrejón, que cuenta con una gran torre rectangular que fue utilizada entre los siglos IV y II a.C.

El gran núcleo de Edeta

A escasos kilómetros, Olocau alberga en su término el Puntal dels Llops, una fortaleza que fue ocupada durante los siglos V y II a.C. Fue clave precisamente para la defensa y la vigilancia de una de las principales cunas íberas de toda la península: la antigua Edeta, lo que ahora es Llíria. En la capital del Camp de Túria se encuentra el Tossal de Sant Miquel, una gran ciudad habitada entre los siglos V y II a.C.; y el Castellet de Bernabé, un caserío amurallado destinado a la explotación agraria y ganadera entre los siglos V y III a.C.

De vuelta al interior, la comarca de Requena-Utiel alberga dos referentes del patrimonio íbero: los yacimientos de Kelin (s. IV-III a.C.), en Caudete de las Fuentes, y El Molón, en Camporrobles. El primero de ellos ofrece una jornada de arqueoastronomía el 19 de julio y la posibilidad de disfrutar de veladas al atardecer en el asentamiento en agosto. Por su parte, las visitas a El Molón ofrecen planes que incluyen gastronomía local -cata de vino incluida- y actividades de senderismo. Hacia el sur, ya en la Costera, aparece el yacimiento de la Bastida de les Alcusses, en Moixent, con su ya reconocido sistema defensivo conformado por una muralla, varias torres adosadas y cuatro puertas de acceso.

Pero los íberos no habitaron solo el interior de la provincia. En Moncada, en l'Horta Nord, el Tos Pelat conserva su muralla y un sector de grandes viviendas que conformaron en su momento un relevante enclave comercial.

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