A. G., Valencia

-¿Qué aporta su novela a la extensa bibliografía vicentina

-He intentado meterme en la piel de Vicente Ferrer y hacer verosímiles, entender, sus actuaciones. Hay muchos sermones y biografías, pero novela creo que no había ninguna.

-¿Por qué en primera persona

-Para meterme en su pensamiento y para hacer una exposición novelada de su historia sin tomar partido religioso. Que sea el lector el que saque las conclusiones. No he intentado hacer una apología. A los milagros he intentado buscarles un razonamiento.

-Se ve bien en el caso del niño que el santo recompone, según la leyenda. Usted lo presenta como una treta entra la madre y el predicadorÉ

-Es un caso claro de algo sin lógica, pero si ha llegado hasta aquí es que algo tuvo que pasar.

-Fundamenta en su infancia el carácter apocalíptico del santo. ¿Por qué

-Creo que le marcó. Vivió la peste negra y vio mucha muerte; también muchas luchas entre Aragón y Castilla. La sociedad no encontraba referentes y el porqué de tanto sufrimiento, y él creyó encontrar una respuesta a través del evangelio.

-¿Y por qué levantó tanto fervor

-Por esta falta de referentes. Él tenía fuerza en sus palabras y la gente estaba deseosa de que alguien le dijera un camino.

-Usted que se ha metido en el personaje, ¿qué destacaría de él

-Estuvo muy marcado por el Papa Luna. Contaba con poco respaldo y una persona con el poder de convocatoria del santo le venía como anillo al dedo. Era como su medio de comunicación: iba por pueblos y países y se relacionaba con reyes. Luego vino el Compromís de Casp y la jugada era redonda, porque con un Trastamara como rey de Aragón el Papa conseguía tener a su favor a Castilla y Aragón.

-¿En Casp opta por la postura conciliadora en contra de los intereses de su tierra

-Benedicto XIII fue el que movió los hilos para el nombramiento de los hermanos Ferrer como compromisarios porque le interesaba tener el apoyo de dos reinos peninsulares. Fue un primer fundamento para la unidad de España.

-¿Cómo cree que vería la sociedad actual

-No creo que pudiera. Era un hombre de su tiempo. La muestra son las procesiones de penitentes que organizó. Me pregunto a cuánta gente que hoy lo venera se le romperían los esquemas. Se recuerda más la parte folclórica y no se entra en el personaje real, histórico. Los milagros han empayasado el personaje.

-¿Sermonearía desde la COPE

-Habría que ver si sería capaz de adaptarse a los nuevos medios, porque él dominaba la oratoria en público. La gente quedaba embobada y lloraba.

-¿Sería cardenal

-No. Porque ya renunció a cargos. El único que tuvo fue el de prior del convento de predicadores de Valencia. Benedicto XIII le ofreció después ser obispo, pero él no quería. ¡Qué más podía tener que levantar pasiones allí por donde pasaba! Para él, tenía una misión divina. No creo que quisiera cargos.

-¿Su figura no es reflejo de la voluntad, perdurable, de la Iglesia de influir en la cosa pública

-Sí. Es evidente que la Iglesia desde que dejó de ser perseguida tomó partido por estar al lado de las autoridades para poder extenderse. Vicente Ferrer se preocupaba allí donde pasaba de que las autoridades dictaran normas para el comportamiento cristiano de la gente.