El Sorcerer II es un buque de 29 metros de eslora y 8 de manga diseñado específicamente para tomar muestras mientras atraviesa el océano. A bordo viaja una tripulación de seis personas, aunque también hay sitio para un científico invitado. Cada 200 millas o en lugares específicos donde Craig Venter espera encontrar alguna singularidad, el buque bombea 200 litros en una columna de agua que casi nunca incluye aguas profundas. El líquido pasa a través de varios tamices de papel con rejillas cada vez más estrechas en las que se van quedando desde pequeños organismos hasta bacterias.

Finalmente, los filtros son congelados a bordo para trasladarlos en avión al laboratorio del Instituto Venter en Rockville, Maryland y al de Life Technologies en San Diego. Allí el "tesoro" -así alude Venter a las muestras- es manipulado para dejar desnudo el ADN de los microorganismos, que es "roto" después en miles de fibras y pequeños trozos para facilitar la identificación de los genes mediante una tecnología que agiliza procesos que antes costaban meses e ingentes sumas de dinero.