Durante los días previos y posteriores al 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, y al 9 de marzo, el sol pasa por el aro de la Penya Foradà, en la Vall de Gallinera. Esta espectacular alineación solar se conoce al menos desde 1611, año en el que se fundó un convento de frailes franciscanos en Benitaia, que es uno de los pueblos de la Vall.

A partir de 2007, gracias a los estudios de arqueoastronomía de José Lull, este fenómeno comenzó a popularizarse. Y ahora la alineación solar de la Foradà concita tal interés que, en el fin de semana de octubre y el de marzo que se produce, hasta Benitaia, cerca de donde se asentaba el antiguo convento, acuden decenas de curiosos. Quieren ver con sus propios ojos como el disco solar, al declinar, pues este fenómeno ocurre al atardecer, pasa por el arco de piedra que, situado a 737 metros de altitud, se conoce como la Penya Foradà.

El sábado pasado, las nubes y la niebla que a primera hora de la tarde cubrían las montañas que separan la Vall de Gallinera de la Vall d'Alcalà (ahí está la cresta de la Foradà) se disiparon a tiempo. Más de un centenar de personas festejó con aplausos la alineación solar. Emociona ver cómo el astro empieza a ocultarse tras las montañas y, de repente, asoma por la Foradà y lanza un haz de luz que se proyecta sobre los testigos de este fenómeno astronómico. En realidad, como ocurrió el sábado, no siempre es posible que los asistentes se sitúen en el punto exacto que queda fuertemente iluminado por los rayos que se cuelan por la Foradà. Sin embargo, la sola contemplación del tránsito del sol por el agujero que corona la montaña ya vale la pena.

El propio José Lull guió el sábado a los asistentes hasta el mejor punto de observación. Desde allí y durante unos dos minutos y medio, pudieron disfrutar de una alineación solar que, para evitar daños en los ojos, debe observarse con gafas especiales de eclipse.

Curiosamente, este fenómeno astronómico ha permanecido oculto durante años. Fue en 2005 cuando Lull, que es experto en arqueoastronomía, lo documentó científicamente. Rastreó las evidencias históricas y efectuó complejas mediciones trigonométricas. Finalmente, el 8 de marzo de ese año realizó las primeras fotografías de la alineación solar. Entonces confirmó que no fue una casualidad que en 1611 los frailes franciscanos eligieran Benitaia para erigir un convento. Esos religiosos ya realizaron observaciones astronómicas precisas y descubrieron que el 4 de octubre, el día de su patrón, el sol pasaba por la Foradà y sus rayos se proyectaban precisamente sobre el terreno donde levantarían el convento franciscano.