Dénia ha sido Singapur gracias a la magia del cine, que también ha logrado el milagro de que las laderas del Montgó dieran el pego a la hora de recrear el estruendoso volcán Krakatoa, que nunca estuvo Al este de Java. No contento con esto, el Séptimo Arte convirtió el barrio del Carme de Valencia en el bohemio Montmartre y el Colegio Notarial de la calle Pascual y Genis en el Hotel Ritz de París, en The Garden of Eden, la película sobre la inacabada novela de Hemingway interpretada por Mena Suvari, la joven del baño de pétalos de rosa de American Beauty.

Además, Christopher Lee, el Drácula más más famoso de la Gran Pantalla, también repartió mordiscos a diestro y siniestro en el castillo de Santa Bárbara de Alicante, ciudad escogida por Jess Franco para su Count Dracula por su «excelente arròs a banda».

Estas anécdotas, que se han generado alrededor de casi 40 largometrajes de habla inglesa rodados en la Comunitat Valenciana desde 1959 hasta hoy en día, se pueden encontrar en una web en inglés (silver-screen-spain.com) que desde Valencia promociona en el extranjero el turismo de cine en España.

La página, puesta en marcha sin ninguna ayuda pública, descubre a los turistas los lugares de nuestro país en en los que se han rodado más de 460 películas de habla inglesa. Sus creadores son el profesor de inglés Robert Yareham, un londinense al que el amor trajo a Valencia hace ya 30 años, y el ingeniero en Telecomunicaciones Juan José Cermeño.

Yareham recuerda que el mítico Orson Welles «decía que España no es un país, sino un continente, debido a su variedad de paisaje», y por este motivo él rodó tanto en España», entre ellas una versión de La isla del tesoro en 1972, en la que el Ciudadano Kane se vistió en Alicante del taimado pirata cojo Long John Silver.

Como buen cinéfilo, Yareham sabe que el invento de los hermanos Lumière es «un valor añadido para el turismo». Así, la trilogía de El señor de los anillos, rodada en las agrestes montañas de Nueva Zelanda, «ha hecho que crezcan las visitas a este país de Oceanía», mientras «el pequeño pueblo de Dyersville, en Iowa (EE UU), se ha convertido en un foco turístico después de que Kevin Costner localizara allí su Campo de sueños.

El sobrino de Trotsky

Y es que cine y turismo van de la mano en España desde el momento que el productor norteamericano Samuel Bronston, sobrino del revolucionario León Trotsky, desembarca en nuestro país para alumbrar títulos míticos como Rey de reyes, 55 días en Pekín o La caída del imperio romano. Así, dos obras de este Midas del celuloide rodadas en tierras valencianas, El Cid y John Paul Jones, marcaron el inicio del «boom» turístico de Peníscola y Dénia.

Que Hollywood viera a partir de 1959 un nuevo El Dorado en España fue «una cuestión de oportunidad», según Yareham. La apertura del régimen franquista hizo que las multinacionales pusieran sus ojos en nuestro país, «pero como no podían sacar sus ganacias al extranjero, decidieron invertir en películas rodadas en España para el mercado exterior». La colaboración de las autoridades franquistas puso el resto, ya que sólo en El Cid hicieron de extras 1.500 soldados de reemplazo.

El primer «silencio, se rueda» del imperio Bronston en España se escuchó en 1959 en Dénia, ciudad que John Farrow transformó en un pueblo escocés para convertir en película la vida de John Paul Jones, el heroico creador de la «Navy», la marina de guerra de EE UU. Con un presupuesto de 200 millones de pesetas, toda una fortuna en aquella España que aún no había olvidado las cartillas de racionamiento, se trajeron dos barcos desde Italia y otro desde Barcelona que fueron reconvertidos en fragatas del siglo XVIII.

Dénia, el Hollywood de la Marina

Yareham atribuye la elección de Dénia «al entusiasmo de un miembro del equipo de Farrow, John Cabrera, cuya familia era originaria de este municipio de la Marina». Esta cinta, que se vio en España como El capitán Jones, fue el debut cinematográfico de Mia Farrow, la hija del director australiano y de la actriz Maureen O´Sullivan, la Jane de Tarzán. La ex de Frank Sinatra y Woody Allen, entonces una adolescente de 14 años, fue reina de las fiestas de Dénia de ese año.

La costa de la Marina, la isla de Benidorm y el castillo de Dénia se pueden reconocer en las escenas de esta película y de otras epopeyas navales que aprovecharon el atrezo del puerto dianense, como HMS Defiant o la doble entrega de Los Tres Mosqueteros de Richard Lester, en la que D´Artagnan, perdón Michael York, grita «¡Al fin Dover!» ante el Cap de Sant Antoni.

Los Siete Magníficos, con la reluciente calva de Yul Brynner, no volvieron a México sino a la Serra del Castellar, en Agost, donde aún quedan restos del poblado mexicano que se alzó para el rodaje.

Two Much, la aventura americana de Fernando Trueba con Antonio Banderas y Melanie Griffith, convirtió el puerto del Campello en un muelle mejicano, mientras que películas más recientes atraídas por los estudios de la Ciudad de la Luz, como Triage o Mi vida en Ruinas, la secuela de Mi gran boda griega, han convertido el palmeral de Elx en África o Xàbia, Altea y Guadalest en pueblos griegos.

«El Cid» de Peníscola

El Cid, con Charlton Heston, Sofia Loren y Raf Vallone, dejó huella en Peníscola, como las puertas de entrada a la ciudad amurallada, que fueron levantadas como decorado de la película. Morella también recuperó sus trincheras de la Guerra Civil para Tierra y libertad del británico Ken Loach.

Valencia ha sido escenario de curiosidades como The boy who stole a million (El niño que robó un millón), de Charles Crichton, famoso por comedias como Un pez llamado Wanda. Esta cinta de 1960 es el primer largometraje en inglés que recoge la «cremà» de una falla.

Menos suerte tuvo nuestra fiesta en El retorno de la Pantera Rosa, un fallido intento de Blake Edwards de continuar con las aventuras del inspector Closeau más allá de la muerte de Peter Sellers, ya que la «mascletà» de la plaza del Ayuntamiento se confunde con los carnavales. Para la historia queda que fue el último trabajo de David Niven.