El cielo lagrimeaba, las banderas del Palacio Arzobispal ondeaban a media asta y las caras de los asistentes a la catedral de Valencia no eran ayer las propias del día de Sant Vicent Ferrer, patrón de la Comunitat Valenciana. Pero esa pátina de tristeza por la inesperada muerte en Roma del cardenal Agustín García-Gasco se tornó por un momento en emoción desbordada cuando, desde el púlpito de la Seo, el fraile dominico Domènec Maria Garcia Vila se atrevió a romper la encorsetada liturgia. "Ya sé que no es protocolario lo que voy a hacer y no sé si es correcto -anunció antes de iniciar la homilía-. [Pero] os pido, hermanos, que os levantéis y le dediquemos este aplauso a don Agustín". Y entonces, los cientos de feligreses que asistían a la ceremonia matutina prorrumpieron en una cálida ovación dedicada al arzobispo de Valencia entre 1992 y 2009 y que los dos últimos años ocupó el cargo de emérito. Fueron 18 segundos de aplausos secundados por las autoridades políticas, civiles y militares presentes.

No secundó la ovación -hasta ahí no llegó la ruptura del protocolo-, el actual arzobispo de Valencia, Carlos Osoro. Sin embargo, el prelado cántabro, quiso sumarse a los homenajes póstumos a su predecesor. Al finalizar la eucaristía, Osoro se situó delante del altar y, sin caer en panegíricos ni análisis pormenorizados -que tal vez sean guardados para el funeral de mañana-, quiso compartir su sentimiento personal. "Para mí, personalmente, no sólo ha muerto el que fue arzobispo de Valencia, sino que ha muerto un amigo, que me impuso las manos cuando me hicieron obispo de Orense, que me siguió acompañando después en Oviedo cuando me hicieron arzobispo, y que me ha acompañado durante todo este tiempo [en Valencia] con una relación de amistad sincera".

En Roma y el día de la Misericordia

Osoro también subrayó el "dolor" y la "tristeza" del momento. Pero no sin dejar de recalcar la "alegría" porque a García-Gasco le haya sobrevenido la muerte en Roma, justo el día de la beatificación del pontífice que lo nombró obispo y después arzobispo, en la casa de las Obreras de la Cruz donde siempre se hospedaba en la ciudad eterna, y coincidiendo con el día de la Divina Misericordia. "Su amor a la Iglesia, su fidelidad a la Iglesia mostrada y demostrada a través de todos los tiempos es evidente", remachó el mitrado valenciano. Una oración por el alma del cardenal García-Gasco y un emotivo "descanse en paz don Agustín" cerraron la misa central en la catedral del día de Sant Vicent Ferrer.