Pasadas las doce de la noche y al grito de «presidente, presidente», el jefe del Consell compareció para, rodeado de los suyos, celebrar la victoria electoral, un triunfo que, aseguró, «es la antesala de la victoria de Rajoy» en las elecciones generales. Subido en el escenario que los populares habían preparado en el hotel Alameda Palace , Camps calificó el 22-M de «día histórico». «Nunca en la historia había habido tanta diferencia de diputados autonómicos con el principal partido de la oposición», apuntó. «Hemos hechos historia en la Comunitat Valenciana», reiteró. A diferencia de Rita Barberá que unos minutos antes durante su discurso hizo una velada alusión al caso Gürtel al mencionar los «terribles dos años» que ha vivido el PP, Camps pasó de largo sobre este asunto y se limitó a afimar que «de nosotros nunca saldrá ni una sola palabra de confrontación». «El pasado no tiene valor, solo los votos y el mañana es más importante que el ayer», afirmó.

En su opinión, los valencianos han premiado el trabajo y el esfuerzo de un partido cuyo valor es el haber trabajado durante siete años con un gobierno socialista en frente. « A partir de ahora comienza una nueva etapa» con la compañía de otros presidentes autonómicos del PP. «Valió la pena la espera», proclamó. Tras referirse al desplome de los socialistas tanto en Valencia como en el resto de España, Camps se mostró convencido de que el resultado es la antesala de un cambio de gobierno. Y se comprometió en seguir trabajando en la misma línea «con sentido de la responsabilidad y defendiendo nuestras señas de identidad».

Como viene siendo ya tradicional en las jornadas electorales, el presidente comió con un reducido grupo de colaboradores, entre ellos se encontraba la portavoz del Consell, Paula Sánchez de León, y siguió la jornada electoral desde su casa rodeado de su familia. Mientras tanto, la cúpula del PP regional seguía los resultados desde la sede del partido. Ya avanzado el escrutinio, al filo de la medianoche se desplazó junto con la alcaldesa, Rita Barberá, al Alameda Palace donde cientos militantes y simpatizantes le esperaban para celebrar el triunfo. La fiesta, con discoteca incluida, se prolongó hasta la madrugada.

El mandato del tijeretazo

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Francisco Camps afronta a sus 49 años su tercer mandato con mayoría absoluta al frente de la Generalitat, una legislatura que nace ya condicionada por la evolución judicial del caso Gürtel y la obligación de hacer ajustes de calado en el gasto público. El líder popular logró anoche una victoria contundente, pero los votos no le garantizan un mandato dulce. Su imputación en la causa de los trajes por un presunto delilto de cohecho impropio augura un otoño caliente para el PP valenciano en el que, todo apunta, tendrá que encajar el golpe de ver sentado en el banquillo a su jefe de filas. La inestabilidad política y la incertidumbre sobre su futuro político, que ha marcado los últimos dos años de esta la legislatura , estarán presentes pese a que las urnas han dado a Camps munición para, llegado el momento, hacerse fuerte, ante Génova. Al margen del devenir judicial —la causa sobre la presunta financiación irregular del PPCV podría acabar con la cúpula popular imputada—, el presidente tiene ante sí el reto de aplicar un programa electoral donde el plato fuerte ha sido el compromiso de aplicar el tijeretazo en el gasto. Por lo pronto, Camps tendrá que diseñar un Ejecutivo más reducido (como máximo diez conselleries) y dejar sin nómina a un número importante de altos cargos y asesores (el 25%, si cumple al pie de la letra con el documento electoral). Pero, el adelgazamiento de la Administración no puede quedarse en la mera operación de maquillaje de reducir cargos.

Las cuentas del Consell, lastradas por un plan de reequilibrio vigilado desde Madrid, una deuda desorbitada y serios problemas de liquidez, requieren un ajuste ejemplar. El desafío de esta legislatura está en el mastodóntico sector público valenciano y en empresas como RTVV, al borde de la quiebra técnica y sobre la que planean despidos masivos. Sin embargo, está por ver si el horizonte cercano de las elecciones generales postergarán los recortes de fondo. Atada la Generalitat, Camps intensificará su oposición a José Luis Rodríguez Zapatero, la estrategia que ha sido santo y seña de la acción del Consell desde 2004.