La Generalitat lleva tres años consecutivos, pese a disparar el recurso a la deuda, gastando más de lo que ingresa -cerró con un déficit de 598, 87 y 380 millones los ejercicios de 2008, 2009 y 2010- y se encuentra bajo la vigilancia del Ministerio de Hacienda con un plan de reequilibrio financiero. Los megaproyectos con que se regó la Comunitat Valenciana en la época en que la Administración autonómica se comportaba como un nuevo rico son ahora un pesado fardo que arrastrar en el terreno pedregoso de la crisis. La Ciudad de las Artes y de las Ciencias es un emblema de Valencia y la C. Valenciana pero la factura por el complejo de ocio es de vértigo. Desde los inicios del proyecto, la Generalitat ha metido en la empresa pública que lo gestiona, Cacsa, la friolera, según los datos a 31 de diciembre de 2009 auditados por la Sindicatura de Comptes, de al menos 1.142,7 millones entre ampliaciones de capital y subvenciones para inversión y transferencias para compensar pérdidas o financiar gastos de explotación.

Este es el dinero sin retorno inyectado por el Consell -del que en la empresa, como patrimonio neto, quedan contablemente 439 millones-, pero al que hay que sumar otros 628 millones en deuda a largo y corto plazo con las entidades financieras, ya que el proyecto se la levantado básicamente echando mano de los préstamos. Los citados 628 millones no son toda la deuda, ya que también tiene cuentas pendientes con proveedores, sino que es estrictamente la que mantiene con los bancos.

Si el complejo diera beneficios, sobre el papel la empresa podría ir afrontando estos créditos pero la realidad es muy distinta. No sólo no gana sino que todos los años pierde, máxime por la naturaleza de los elementos que la componen -no hay Palacio de la Ópera en el mundo que dé ganacias-, por lo que esa deuda acabará saliendo igualmente de las arcas públicas mediante aportaciones. En total, el coste del proyecto para la hacienda pública asciende a 1.770,7 millones de euros. Esta cifra es muy superior al coste de construcción del complejo de ocio de Valencia, que la Sindicatura fija, siempre a 31 de diciembre de 2009, en 1.282,3 millones, una cantidad que llega a actualizarse hasta los 1.400 millones. La explicación es que allí no sólo se ha hecho una obra, sino ésta ha comportado un coste de funcionamiento, sueldos del personal y gastos corrientes para mantener la persiana levantada que no están inventariados, unido a las pérdidas generadas por actividades como las representaciones operísticas, el mantenimiento de l'Oceanogràfic o el museo.

De total de 1.142 millones puestos por la Generalitat en la mercantil pública, las aportaciones de capital a la empresa desde 1992 suman nada menos que 1.017 millones. Estos fondos han permitido mantener el equilibrio de una firma pública que, como cada año ha cerrado con pérdidas, viene obligada por la ley de sociedades anónimas a reducir el capital social e incluso a disolverla si su patrimonio neto cae por debajo de un porcentaje determinado. Las ampliaciones de capital han permitido financiar las actividades de Cacsa y también compensar pérdidas, como con las llamadas "operaciones acordeón". Eso sí, alguna inyección se ha acometido aportando terrenos, no solo en metálico.

Ayudas para pérdidas

Los diferentes Ejecutivos han aprobado 13 ampliaciones de capital, dos hasta 1995, año en que el PP alcanzó la Generalitat y cambió el proyecto, y once bajo los gobiernos de Zaplana y de Camps. Al margen, están las subvenciones de capital de la Generalitat, fondos transferidos por el Consell para que Cacsa realice inversiones o para otras adquisiciones, como el equipamiento. Al margen, el Consell ha otorgado subvenciones de explotación o para compensar pérdidas por otros 58,3 millones. Entre 1993 y 2001 se hicieron siete operaciones de este tipo, una línea que se corta en seco en 2002, cuando se opta por las ampliaciones de capital. Desde 2002, todos los años ha habido una. Hasta el ejercicio auditado por el síndic (2009), hay inyectados 869 millones. Pero a esta cifra hay que sumar las ampliaciones de 2010 y, la última hace una semana, de 2011, por 73,6 millones cada una de ellas. Un mordisco anual ya fijo en el presupuesto de la Generalitat, diezmado por la crisis, que se destina a ocio y eventos.

Una operación acordeón

de 145 millones

El Consell se ha visto obligado a realizar una de las denostadas "operaciones acordeón" en la mercantil pública que gestiona la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Esta actuación se afronta cuando, tras haber tenido fuertes pérdidas, se realiza a la vez un doble movimiento: Por un lado se reduce el capital social a cero (contra las pérdidas) y, por otro, se amplia por encima de los mínimos legales exigidos. El objetivo es hacer tabla rasa y reequilibrar la situación. Pues bien, en 2004 Cacsa tuvo que hacer una operación acordeón cuya consecuencia fue que se enterraron 145 millones. Esto explica el hecho de que la suma de las aportaciones de capital sea inferior en ese importe a la que figura en las cuentas de la firma. La diferencia, simplemente, se volatilizó.