­Ausiàs March, el poeta valenciano más universal, lo es también en el sentido literal de este adjetivo. La pluma más célebre de las letras del Siglo de Oro valenciano tiene un pequeño hueco en el Universo, pues el poeta de la Safor da nombre a un cráter de Mercurio que con una superficie de 5.447 km2 es casi tan grande como la provincia de Alicante. El autor de «Veles e vents» forma parte del Olimpo de grandes genios de la literatura y el arte con que en 1979 la Unión Astronómica Internacional (AUI) «bautizó» a 297 cráteres del planeta más próximo al Sol.

Aunque ya hace más de tres décadas que el halconero mayor de Alfonso V el Magnánimo orbita alrededor del astro rey, este hecho ha pasado casi desapercibido para los astrónomos valencianos. El primero al que llamó la atención el topónimo mercurial dedicado a March fue a Ángel Ferrer, coordinador de la Sección Planetaria de l´Agrupació Astronòmica de la Safor (AAS), quien dio a conocer la buena nueva bajo el comentario «¡¡¡ Sí... es él!!!» en un artículo sobre Mercurio publicado en 1998 en «Huygens», la revista de la AAS.

Sin embargo, Ferrer no se preguntó quién estaba detrás de este salto de 91,7 millones de kilómetros que ha catapultado al literato valenciano desde la Tierra a Mercurio. Este interrogante lo acaba de resolver Enric Marco, investigador del Departament d´Astronomia i Astrofísica de la Universitat de València, y autor de «Pols d´estels», el blog de astronomía en valenciano más seguido con 300 entradas diarias.

La NASA, la agencia espacial norteamericana, que actualmente tiene a la sonda «Messenger» orbitando alrededor de Mercurio no deja lugar a dudas de que el Señor de Beniarjó, Pardines y Vernissa lo es también de un trozo de Mercurio. Así, en la imagen que esta misión no tripulada tomó el 4 de mayo del cráter March dice: «named for the 15th century Valencian poet («llamado así por el poeta valenciano del siglo XV) Ausiàs March».

De «Mariner 10» a «Messenger»

Pero la historia arranca mucho antes, el 3 de noviembre de 1973, cuando alzó el vuelo desde cabo Cañaveral la sonda «Mariner 10» rumbo al planeta más interior del Sistema Solar. Hasta entonces, esa mole rocosa con similar a la Luna —su diámetro es de 4.879,4 km— era una perfecta desconocida. Su observación desde la Tierra «es muy difícil, apenas un diminuto disco, con fases como la Luna y unas pocas sombras en su cara iluminada», escribe Ferrer. «Mariner 10» acabó con aquella oscuridad al enviar 10.000 imágenes del 45 % de la superficie mercurial, descubriendo una corteza acribillada de cráteres producto del impacto de enormes meteoritos. Un trabajo que remata ahora «Messenger» fotografiando todo el planeta.

«Mercurio, el Hermes griego, era el dios romano de comerciantes y ladrones, pero también el de literatos y poetas —cuenta Marco—, de ahí que la IAU quisiera inmortalizar a pintores, escritores, músicos y poetas en la toponimia mercurial».

La comisión internacional encargada de «bautizar» los cráteres estaba dirigida por el astrofísico estadounidense David Morrison, científico emérito del Instituto de Astrobiología de la NASA y ahora director del Centro Carl Sagan para el Estudio de la Vida en el Universo del SETI Institute, «una organización privada dedicada a investigar la existencia de vida extraterrestre inteligente», apunta Marco. Morrison, además, fue el primer doctorando de Carl Sagan, el celebre astrónomo de la serie televisiva «Cosmos».

La comisión internacional tardó menos de 12 meses en elegir a los «héroes de la cultura» que iban a dar nombre a la geología de Mercurio. Según contó Morrison a la revista digital neoyorkina «Cabinet» en 2007, el objetivo del grupo que dirigió fue crear «un banco de nombres con amplia representación internacional». Jennifer S. Blue responsable de la nomenclatura planetaria del Centro de Ciencia Astrogeológica del Servicio de Geología de EE UU, ante la pregunta de Marco sobre la razón de la elección de March, responde que «Morrison cree que fue una sugerencia suya. El doctor dice: ´Yo quería estar seguro que los escritores catalanes, así como los castellanos, estuvieran representados entre los cráteres de Mercurio».

Ausiàs March es el único escritor de nuestro dominio lingüístico presente en el Espacio. Su cráter está en el anillo montañoso de Caloris, un gigantesco agujero de 1.300 km de diámetro cuyo tamaño es 2,6 veces el de España. Ferrer relata que Caloris «fue causado por el impacto de un meteorito de 100 km de diámetro hace 3.600 millones de años. El impacto fue tan violento que su onda sísmica agrietó la cara opuesto del planeta».