Aceptó la presidencia de Acció Cultural del País Valencià como «un servei a la pàtria». ¿Aún queda patria?

¡Y tanto! Otra cosa es a qué llamamos patria. A mí me gusta definir la patria como patrimonio: aquel conjunto de cosas sobre las que tenemos una responsabilidad cívica, y eso abarca la lengua, la historia, la cultura, el medio ambiente, el paisaje, las ciudades y la gente. Y, normalmente, tenemos una patria.

Hace veinte años que asumió la presidencia de Acció Cultural por primera vez. ¿Cómo ha evolucionado el valencianismo?

En unas cosas bien y en otras, mal. Se ha producido una eclosión de la producción cultural en la lengua del país, acompañada de difusión y crédito. En la enseñanza, y pese a todos los obstáculos, cientos de miles de niños han tenido una educación en valenciano con una aceptación social activa, como lo demuestra el fenómeno masivo de Escola Valenciana. Por otro lado, me da mucha esperanza el componente político nuevo que representa Compromís. Está creciendo una cosa —vieja y nueva al mismo tiempo— que después de haber estado tanto tiempo arrinconada se está haciendo un lugar importante.

Y de los retrocesos o aspectos negativos, ¿cuáles son los que más le preocupan?

Básicamente, la anestesia social. Esta sociedad valenciana está muy anestesiada y ha sido capaz de no sólo aguantar, sino además apoyar activamente un tipo de evolución social, ideológica y política funesta. Se ha dejado deslumbrar por falsos espejismos con eslóganes superficialmente autosatifactorios. Eso ha sido muy negativo: la pasividad resignada, y a la vez contenta, ante un falso esplendor de eventos y construcciones que escondía la descomposición interna del tejido cultural, productivo y la cohesión social. Este fenómeno también tiene su repercusión sobre la conciencia y la responsabilidad sobre el país. Es un proceso que costará mucho de remontar.

Con la sana competencia interna de Escola Valenciana, ¿qué ha de ser Acció Cultural?

Son dos cosas diferentes. Escola Valenciana tiene una importancia trascendental en una dimensión: la enseñanza de la lengua en la escuela. Acció Cultural también coopera en la enseñanza del valenciano —ahí tienes el ejemplo del Correllengua—, pero su campo de actuación es mucho más amplio: difusión de la cultura y acciones en cuestiones relativas al patrimonio, la literatura, la conciencia cívica€ Acció Cultural tiene casi 5.000 socios, una cifra muy considerable, y vamos a aprovecharlo a partir de septiembre para seguir planificando acciones que abracen al conjunto de la sociedad.

El número de socios ha caído respecto a la mejor época de Acció Cultural, la de los 7.000 socios.

No hay ninguna entidad cultural, cívica e ideológica que tenga nuestro número de socios. Aun así, lanzaremos una campaña de crecimiento que dará resultado. Eso son ingresos por cuotas y colaboradores en las actividades.

La polémica por el cierre de TV3 y las multas no sirvió no para acallar a Acció Cultural, pero tampoco para ver TV3. ¿Kafkiano?

Es un fenómeno absolutamente increíble que no se dará en toda Europa. Es tan espectacularmente estúpida que resulta difícil de entender. Ahora bien: una entidad como Acció Cultural fue capaz de recoger 651.000 firmas para promover una Iniciativa Legislativa Popular. Nunca habían llegado al Congreso esa cantidad de firmas, y menos todavía para un tema tan concreto y puntual y sin el apoyo de los grandes partidos. Respecto a las multas, hemos pagado la mitad con aportaciones voluntarias y la otra mitad se acabará de pagar en un par de años como máximo.

Le insisto: las multas no han podido acallar a Acció Cultural€

No, no, no€ Una cosa que hemos tenido el movimiento nacionalista progresista, o como quieras llamarlo, es que desde los años sesenta nos han intentado marginar, arrinconar, suprimir y anular desde todos los puntos de vista: lingüístico, político, ideológico, cívico€ Pero ahí estamos y estaremos. Y no sólo no vamos hacia atrás, sino que vamos hacia adelante. Aunque sea muy pesado ir contra todo.

¿Qué opina del «tripartito» valenciano en potencia?

La palabra no me gusta porque está devaluada después de la experiencia poco ejemplar y eficaz de lo que se ha hecho en Cataluña y Baleares bajo el nombre de tripartito. Pero es evidente que si el PP pierde la mayoría absoluta en las próximas elecciones, cosa que no es difícil por primera vez en muchos años, las tres fuerzas han de sumar, sin ponerle ese nombre. Eso requerirá de compromisos y negociaciones. Que el PSOE se replantee mucho cuál es su papel, y por ahora no veo que lo esté haciendo. Que Esquerra Unida se centre en su espacio. Y que Compromís, que tiene un espacio expansivo, busque las formas para ampliar su potencial. Pero a ninguno les conviene ir ahora con una bandera que diga «tripartit».

¿Cree que se ha superado el fantasma del anticatalanismo?

En buena medida, sí. Si no vuelve a haber por parte del PP y de su entorno interés por resucitarlo con mala intención, está muy desactivado. No quiere decir que hayan desaparecido todos los recelos, porque eso se le ha metido a la gente muy adentro y costará de hacer desaparecer, pero desactivado sí está. Un ejemplo muy claro lo constituyen los empresarios valencianos, que ya hace tiempo que ven claro por dónde van sus intereses; que les interesa mirar al norte para ir a Europa.