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Incendios forestales

El año en que regresó el fuego

El año 2012 ha sido el peor para los bosques valencianos desde los incendios de 1994, cuando se quemaron más de 139.000 hectáreas. La Generalitat y el Gobierno defienden que ha sido inevitable mientras ecologistas y oposición censuran los recortes en prevención

El año en que regresó el fuegoFernando Bustamante

El 29 de junio en el municipio de Andilla se registraban temperaturas superiores los 35 ºC, una humedad relativa de tan sólo el 9 % y soplaba un viento de 55 kilómetros hora. Unas condiciones que, según defienden los técnicos de la Conselleria de Gobernación, fueron claves para que una «inocente» quema de rastrojos acabara en 20.000 hectáreas de monte arrasados. Por su parte, desde los partidos de la oposición, los ecologistas y la asociación Tecnifuego-Aespi reconocen lo extremo de las condiciones climáticas, pero argumentan que sin los recortes en prevención de incendios de los últimos años la catástrofe no hubiera sido de tamañas dimensiones.

Sea por la influencia de unos factores o de otros, la realidad es que 2012 ha sido el año con más hectáreas calcinadas desde el catastrófico 1994, cuando se abrasó en la Comunitat Valenciana la superficie equivalente a 140.000 campos de fútbol de terreno forestal. Pese a haberse quemado, de momento, la mitad de terreno que se abrasó hace 18 años; con respecto a los fuegos acontecidos en España, el terreno devastado en la C. Valenciana representa una tercera parte del total calcinado en todo el Estado.

La pasada semana, todos los técnicos de la Generalitat y la Diputación de Valencia reunidos en una conferencia sobre el uso de los cipreses como cortafuegos defendieron que con condiciones climáticas como la de este verano la situación ha sido muy difícil de controlar. «En el incendio de Andilla, el fuego corrió 12 kilómetros en seis horas.

En algunos momentos a unos 30 o 40 metros por minuto», explicó José Moya, técnico de la empresa provincial Imelsa. La misma gravedad del fuego describió Raúl Quílez, técnico de Coordinación Forestal y Voluntariado del Consorcio Provincial de Bomberos, quien explicó que fue «inevitable» con el viento de poniente que sopló. «El 98 % de los incendios son de baja intensidad. Cortes de Pallás y Andilla lo fueron de intensidad muy alta», aseveró Quílez, quien en uno de los vídeos que mostró explicó como las llamas pueden dar saltos de más de 300 metros.

El conseller de Gobernación, Serafín Castellano, defendió en las Corts que los grandes fuegos de este verano estaban «fuera de la capacidad de extinción». Castellano valoró la «agilidad, rapidez y contundencia del dispositivo de extinción», el mayor que ha actuado nunca en la Comunitat Valenciana. Asimismo, negó que tras las casi 60.000 hectáreas calcinadas se encontraran supuestos recortes en las tareas de prevención, y recordó que en 2012 el presupuesto supera los 19,8 millones, uno más que el destinado el pasado ejercicio.

Para el titular de Gobernación, las causas de este desastre se sitúan, en primer lugar, en el «invierno seco»; y en la concurrencia de tres factores meteorológicos determinantes: las temperaturas, que alcanzaron valores cercanos a los 40 grados; el índice de humedad, inferior al 15 %; y los vientos de más de 30 kilómetros por hora que favorecieron la extensión de las llamas», aseguró.

No piensan igual desde Tecnifuego-AESPI (asociación española de sociedad de protección contra el incendio), que ya alertó a comienzos de la campaña «del alto riesgo que suponía reducir costes en prevención». «El diseño, los preparativos, los equipos y la puesta en marcha de la emergencia no se pueden improvisar, sino que se debe tener todo bien planificado, porque como se ha visto en los 33 grandes incendios sucedidos hasta septiembre en España, cuando se produce un incendio, el propio fuego y las condiciones meteorológicas ya se encargan de aportar grandes dosis de descontrol», explicaron. Para esta asociación, «reducir costes en prevención es duplicarlos cuando se da la emergencia». En el mismo sentido se han mostrado todos los partidos de la oposición y muchos de los alcaldes de los pueblos afectados, que criticaron la falta de medios y la suciedad del monte, que convierte las montañas valencianas en un verdadero porlvorín.

Los fuegos de este verano suponen el mayor desastre natural desde 1994, en el que la superficie destruida por el fuego devastó más de 139.000 hectáreas en más de 750 incendios, según fuentes del Ministerio de Medio Ambiente. El incendio provocado por un rayo en el término municipal de Millares, que se inició el 4 de julio de ese año, destruyó 26.000 hectáreas hasta que fue extinguido el 12 de julio. En aquel incendio murieron seis personas durante las labores de extinción: cuatro brigadistas, un voluntario y un concejal. En esas mismas fechas, en otro incendio en Requena el fuego arrasó 25.000 hectáreas en una semana debido a una negligencia por una colilla.

También el 4 de julio, y debido a una quema de basura, el fuego quemó 18.500 hectáreas en Fontanars dels Alforins. El siniestro se decretó el 4 de julio y fue extinguido el 12 de ese mes.

Como en 1994, las tragedias de este año acabaron con la vida de tres personas, en el incendio de la Torre de les Maçanes y en el de Cortes de Pallàs.

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