El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, acometió ayer su primera remodelación de Gobierno en profundidad desde que hace año y medio el dimitido Francisco Camps le dio las llaves del Palau de la Generalitat. Salvo ajustes puntuales (la salida de Paula Sánchez de León y el relevo de Enrique Verdeguer), Fabra ha trabajado con un Consell que no era el suyo. Ayer liquidó esta herencia nombrando un nuevo Ejecutivo con el relevo de cuatro consellers (Dolores Johnson, Maritina Hernández, Jorge Cabré y Luis Rosado) y el diseño de uno nuevo más reducido (pasa de diez a ocho conselleries) en el que ha querido reforzar el perfil técnico con la vista puestas en relanzar una gestión atenazada por la crisis y los impagos.

Aunque tal como informó este diario en el PPCV había rumores de una remodelación inminente para el puente de la Constitución, los cambios fueron una auténtica sorpresa, incluso para los propios afectados que conocieron los planes del presidente poco antes que la prensa. Fabra informó personalmente de los cambios al comparecer en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consell, un pleno al que los cuatro consellers relevados asistieron sin saber que momentos después se les destituiría. La crisis de Gobierno se produce una semana después de que José Manuel Vela presentara su dimisión como conseller de Hacienda como consecuencia del escándalo revelado por Levante-EMV de la filtración al exsíndic popular, Rafael Blasco, de un informe del Interventor General sobre las ayudas de Cooperación.

Fabra se esforzó en tratar de desvincular la remodelación de la polémica, aunque resulta evidente que el hueco dejado por Vela ha precipitado su decisión. El pasado viernes, intentó zanjar la crisis asignando al vicepresidente José Císcar las competencias de Hacienda. Acudió a su hombre fuerte después de haber tanteado sin éxito a al menos una persona para que se hiciera cargo de un departamento crucial. Fabra descartó públicamente remodelar su Gobierno ya que adujo que primero había que solucionar los graves problemas de tesorería. Sin embargo, la interinidad en el área de Hacienda era insostenible en un momento crucial ya que el Consell se encontraba en plenas negociaciones sobre el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), al tiempo que tiene que liquidar un presupuesto con el 1,5% de déficit. De hecho, en Madrid la provisionalidad de Hacienda era vista con malos ojos. Fabra aseguró ayer que los cambios habían sido fruto de una decisión personal y no venían impuestos por Madrid. El pasado martes el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, habló con Fabra para informarle que el remanente del FLA sería repartido y que a la Comunitat llegarían ya unos 500 millones de euros. Con este balón de oxígeno, vio el camino despejado e insistió en la búsqueda de sustituto definitivo a Vela, al tiempo que decidió ejecutar el resto de cambios que llevaba tiempo madurando y que incluían soltar lastre de la etapa de Camps. La salida de Maritina Hernández y Dolores Johnson,ambas muy ligadas al expresidente, debe interpretarse en esa clave. Rosado, era uno de los consellers más "quemados" y fracasó a la hora de aplicar el nuevo modelo de privatización de la sanidad. Desde hace tiempo en medios populares se daba como amortizado. Con Jorge Cabré, Fabra no había congeniado. Las competencias de los consellers salientes se reparten en un Consell que cambia de estructura y que pasa de diez a ocho conselleries.

En contra de quienes en el partido pensaban que Fabra debía reforzar el perfíl político de su Consell para sacar la gestión de la apatía, ha preferido contar con técnicos. Juan Carlos Moragues, delegado de la Agencia Tributaria en Castelló, será desde ahora el nuevo conseller de Hacienda, lo que implica la vuelta de un inspector a este departamento. A Fabra le ha costado encontrar al sustituto de Vela. Según ha podido saber este diario, más de un profesional del sector de los tributos había sido tanteado sin éxito. Con todo, el fichaje de mayor relumbrón es el del director del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), Manuel Llombart, quien recala en el Ejecutivo después de librar una batalla con la Generalitat por el recorte de fondos. Llombart está considerado como un buen gestor, aunque como en el caso de Moragues carece de experiencia en la política.

El único nombramiento político es el de la concejala de Alicante, Asunción Sánchez Zaplana. Sánchez, que se hacía cargo del área social, en el equipo de Sonia Castedo, jugará ahora en primera línea.