Benjamín Climent, responsable de la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital General de Valencia se muestra muy preocupado por los nuevos patrones de consumo de alcohol entre los jóvenes y apunta que los daños a largo plazo pueden ser demoledores. Junto a un equipo de médicos de otros centros de España han detectado la llegada de nuevas maneras de emborracharse, entre ellas a través de los ojos o mediante tampones impregnados de vodka y que se aplican en la vagina o el ano. "No sabemos los efectos a largo plazo que estos usos podrán provocar, pero tenemos claro que se absorben muy bien gracias a las mucosas", explica Climent.

"El fin de estos usos no es otro que lograr una intoxicación etílica mucho más rápida y que no se vea minimizada por la metabolización del estómago. Además, se consigue un atracón de bebida y se evitan otros efectos como el aliento alcohólico", explica el experto. Además, añade, "se puede evitar, inicialmente, dar positivo en una prueba de alcoholemia". Pero solo en un primer momento, matiza, "una vez el alcohol pasa a la sangre el cuerpo humano lo elimina a través de la vía respiratoria".

Para este doctor en el General, "en el trasfondo de todo está el consumo abusivo, mucho más perjudicial que el consumo regular en cantidades moderadas". "El problema que tenemos es que en adolescentes afecta al sistema nervioso, que está en formación y nos encontramos, a largo plazo, problemas adictivos", concluye.