Presidencia mantiene la presión sobre el exconseller Blasco para que se vaya cuánto antes del grupo popular, una estrategia que no está reñida con la decisión de Alberto Fabra de no ejecutar su expulsión hasta que la jueza del caso Cooperación haya dictado la apertura de juicio oral. Císcar lleva meses señalando a Blasco la puerta de salida en las ruedas de prensa posteriores al pleno del Consell antes incluso de que se conociera el procesamiento del exsíndic. "Si fuera Blasco, lo dejaría todo y me iría a casa", soltó hace siete meses el vicepresidente. Ayer le envió otro mensaje al asegurar que el Consell tiene "plena confianza" en su "sensibilidad" para dejar el grupo y evitar así la expulsión. Añadió que Blasco sabe perfectamente lo que opina Fabra. El pasado lunes, el presidente se vio en el Palau con el exconseller, pero no logró convencerle de que se marchara. El entorno de Fabra, incluido el secretario general del PPCV, Serafín Castellano, ha hablado también con el exconseller, pero éste está enrocado.

Císcar también envió ayer un recado al resto de diputados. "El grupo está unido y no presenta ninguna fisura. Todos sin excepción tienen bien claro que el proyecto del PP está "por encima de personas y personalismos, sean quienes sean", indicó al ser preguntado por la división interna dentro del grupo respecto a la doctrina Fabra sobre los imputados. Císcar evitó polemizar con el presidente del PP en Valencia y jefe de la diputación, Alfonso Rus, que el día anterior había discrepado públicamente de Fabra al defender que habría que esperar la sentencia del caso Cooperación antes de decidir sobre Blasco. "Cada vez que habla se explica perfectamente y no voy añadir nada", dijo.

El portavoz insistió en marcar distancias entre Blasco y el resto de imputados en las Corts. El caso que afecta al primero, reafirmó, es alarmante porque la Generalitat, dijo, "no puede consentir que el dinero que iba ir a Cooperación no llegó". Con todo, no descartó que otros sigan los pasos de Blasco: "Cada caso tiene su tiempo".