El vicepresidente y conseller de Presidencia y Agrultura, José Císcar, sostuvo ayer en las Corts que cumplir la sentencia de nulidad del ERE de RTVV costaría de aquí a final de la legislatura «228 millones, con los que se pueden construir 57 colegios y 60 centros de salud», mientras el cierre supondrá unos 70 millones. La oposición, que reclamó la dimisión del Consell y elecciones, rebatió estas cifras y defendió que el Ejecutivo ganaría 5 millones por la diferencia entre las indemnizaciones que deberían devolver los empleados despedidos y el pago de sus honorarios durante un año, mientras que se ahorrarían entre 8 y 10 millones si se renuncia a la privatización de la programación.

Císcar, quien compareció para informar de sus presupuestos para 2014, se negó a dar explicaciones sobre el ERE «por respeto a los agricultores», limitando su intervención a las cuentas sobre Agricultura y Presidencia. No obstante, apuntó algunas cifras: El mantenimiento de RTVV con 1.700 trabajadores, dijo, costaría en 2014 de 74 millones en nóminas y 40 en funcionamiento. En total, 114 millones, cuando el presupuesto prevé una aportación de 61,4 millones. Enric Morera (Compromís) le reprochó que sus números «no coinciden» con los del presidente Fabra, quien aludió a un coste extra de 40 millones.

«Si cierran RTVV es porque les interesa y van al dictado de Madrid», censuró el socialista Rafael Rubio, quien tildó a Císcar de «Rasputin de comedia». Morera, tras indicar que el debate presupuestario de ayer no interesaba «a nadie», señaló que no se puede cerrar Nou «como si fuera una dictadura bananera». Ignacio Blanco, de EU, llamó a Císcar «asesino de RTVV en grado de tentativa» y avisó de acciones jurídicas para exigir responsabilidades.

La oposición reivindicó la RTVV «libre» de las últimas 24 horas, «la mejor» de su historia, y el PP consideró que está «instrumentalizada» por ésta. La comisión de Presupuestos se celebró enmedio de una gran tensión. Diputados de la oposición que no son miembros acudieron a la sala, y otros del PP se presentaran para arropar a Císcar. Hasta 44 parlamentarios, muchos de pie, abarrotaban la sala, increpándose continuamente. «¡Míreme a la cara!», llegó a chillarle Blanco al vicepresidente.