El exnúmero tres de la Conselleria de Solidaridad Alexandre Català terminó su declaración lanzado una advertencia: «No he contestado a las preguntas de la Abogacía de la Generalitat porque me siento traicionado. Desde aquí anuncio mi intención de iniciar acciones penales en defensa de mis derechos». Català basa su estrategia de defensa en promover la nulidad del proceso al mantener que la Abogacía de la Generalitat actuó primero con él como defensa y ahora ejerce la acusación. El acusado, que durante su declaración subrayó que es profesor de derecho constitucional, insistió en que cuando la policía le comunicó que debía declarar como imputado „el día de los arrestos„ decidió dirigirse a la Abogacía de la Generalitat por entender que era la que mejor podía asistirle.

Català recordó que se reunió con todos los representantes de la Abogacía de la Generalitat y les contó «todo lo que sabía del caso», y considera que después se ha utilizado esa información en la acusación.

El abogado del presidente de la Fundación Cyes, Marcial López, sometió a Català a un bombardeo de preguntas sobre las facturas admitidas y rechazadas para justificar las subvenciones. El exsubsecretario autonómico incidió en que no tenía ninguna opinión sobre la veracidad de las facturas porque nunca las había visto. «Soy ajeno a ese ámbito», declaró. A pesar de ello, el letrado de Marcial López continuó el interrogatorio hasta que Català le cortó advirtiendo: «No entiendo ni la pregunta. Ya me he perdido. Esto me supera. Me ha mareado».

Català declaró en la fase de instrucción que Blasco cesó a varios técnicos que no quisieron firmar los expedientes de la Fundación Cyes, aunque ayer no lo confirmó en el juicio al negarse a contestar a las acusaciones.

Felip confiesa que es Jordi Ferrarons

Felip confesó ayer que utilizó el seudónimo Jordi Ferrarons para intercambiarse correos con otros procesados. En concreto, Felip cruzó correos electrónicos con Marc Llinares, que usaba el seudónimo Capitán Haddock. En uno de los correos los dos interlocutores reconocen que «el mal está hecho y no tiene remedio». En otro de los correos acuerdan «pensar friamente cómo salir de la pesadilla» y arreglar «la ficha del borrador para no dar pie al escándalo». Los mensajes son de cuando estalló el escándalo y Felip admitió que utilizó el seudónimo para protegerse ante las continuas filtraciones.